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El restaurante japonés Yama se fundamenta en la personalización de la experiencia gastronómica estructurada en torno a un menú de sushi cambiante, que evoluciona y se transforma por unos 68 euros. Uno que únicamente se sirve a dos clientes por mesa, y a cuatro por servicio.
En Yama Sushi sólo trabaja Eric, que actúa en forma de propietario, cocinero y jefe de la sala. Él, en el papel de director, decidió abrir este enclave únicamente cuatro días a la semana, de miércoles a sábado en turno de comida y cena.
Toda esa exclusividad suspendida en torno a su ritual, junto a su elevada visión de la alta cocina japonesa, han sido los que le han llevado a tener una infinita lista de espera que se extiende hasta el primer trimestre de 2025.
Eric decidió instaurar este nuevo modelo de negocio que deja únicamente dos mesas para servir de manera sincronizada, en las que ofrecer ese carácter íntimo y personalizado de la experiencia omakase.
En su propuesta gastronómica, orquestada en torno a platos sencillos pero sublimes que maridar con su selección de vinos naturales, el chef dirige el ritual, mientras el comensal debe confiar en sus recomendaciones en todo momento.
Su menú varía así a diario dependiendo del producto y de la estacionalidad que dicta el mercado, usando la mejor materia prima posible a partir de variedades como el arroz koshihikari con el que elabora nigiris, gunkans o futomakis.