Xemei es el restaurante de lo que Barcelona podría ser, Xemei es un oasis, a veces una nave marciana aterrizada como por error en esta ciudad. Xemei es el barco que siempre parte en el alba y que podría estar en cualquier parte amable, culta y alegre del mundo. Xemei es por supuesto una manera de comer y de comer muy bien pero sobre todo una manera de estar. Una manera de estar en tu vida, contigo mismo y con los demás. La decoración que parece que no existe y sí existe te determina el ánimo de entrada. La manera de tratar de los camareros y dueños es tal vez la característica más significativa de la casa. Es una cálida atención de ciudadanos libres. Se desviven por ti pero siempre desde una sólida, vertebrada elegancia. No es ninguna arrogancia ni que se las den de nada. Simplemente ejercen su oficio como yo el mío. Sirven como yo escribo y siempre he tenido la sensación de que podría ser perfectamente al revés. Esta manera de relacionarnos es mi cordón umbilical con Xemei y por eso decía antes que es sobre todo una manera de estar. Pasa también con la comida. De alta calidad, sin adornos innecesarios, sin cursilería. Como el interiorismo, como el trato, todo es entre adultos aseados que entienden el verdadero significado de ser libre.
Su ubicación excéntrica, el silencio en el resto de la calle; el sol de los mediodías y la leve iluminación nocturna confieren a la casa este aire navegador de galeón pirata adentrándose en lo desconocido. Salir de Xemei es siempre un amargo regreso, y el recuerdo del pésimo pacto que hicimos con la realidad para evitar los males mayores con los que lamentablemente esta ciudad coqueteó hace algunos, no tantos años.
Instrucciones para ir a Xemei.
Ir lo antes posible y marcharse lo más tarde que la casa permita.
Suele haber dos turnos. Mejor segundo y a mediodía, para poder quedarse muy agradablemente bebiendo gintónics toda la tarde.
Tartar de carne sólo con aceite y sal. Y trufa blanca. La trufa blanca, siempre con base fría. Este tartar es fantástico. La trufa está al asequible precio de 70 € de suplemento.
Vitello tonnato.
Las zamburiñas hay que pedirlas pero a la plancha, sólo aceite y sal y sin perejil.
La pasta es muy personal pero la casa se siente muy orgullosa de los espaguetis con tinta y a mí no me dicen gran cosa. Los espaguetis con salsa de tomate son extraordinarios y regresivos. Los macarrones cacio e pepe, de una encantadora sencillez.
El vino yo no entiendo y me lo eligen ellos, siempre muy confortable. Con pedir el vino de Salvador es suficiente.