“Prueba esta rodaja de piña. Y toma, a ver qué te parece el pomelo. Ahora muerde este pétalo de rosa…”. Almudena nos recibe así, con cajas y más cajas repletas de frutas que ella misma deshidrata (“mantienen todas sus propiedades y se intensifica el sabor”) y pétalos de flores que compra “al florista de la esquina, que es un loco de las flores comestibles”. Tal es su pasión que en Areia, emblemático local de la noche madrileña (Hortaleza, 92), han tenido que ampliar las estanterías y el espacio para ella y su arsenal. También influye, claro está, el éxito de sus propuestas, una carta que ha renovado y con la que prepara unos 300 cócteles cada noche de sábado –“divídelos en dos horas y media y sabrás a qué velocidad voy”, dice–, como este ‘Acróbata’ con el que se permite añadirle alegría y acidez al infalible whisky J&B, elaborado artesanalmente a partir de una selección de 42 whiskies de malta y grano. “Aquí el público entra con ganas de experimentar y sin el temor que infunden otras coctelerías más ‘serias’, lo que me permite jugar con los sabores y descubrir qué busca cada público”, explica Almudena con ganas de contarlo todo, como que pronto terminará su primera novela, que empezó entre fogones junto a su padre, cocinero, o que se siente muy orgullosa de haber sido finalista en la Diageo World Class Spain 2015. Lo de ser mujer y bartender, o sea, ‘barmaid’, lo lleva tan bien que hace piña con sus compañeras. Pero no, no se va con ellas de copas porque, sorpresa: ella no toma alcohol. Solo lo agita. Y muy bien, por cierto.