Valencia ocupa el puesto número 1 de las mejores ciudades para vivir en el ránking elaborado por InterNations -la mayor comunidad de expatriados-. Entre los factores que la han catapultado a este estatus se encuentran la buena calidad de vida, un transporte público asequible, una gran oportunidad para practicar deporte, la seguridad y, por supuesto, una gastronomía rica y variada.
Comer es uno de los placeres de la vida y en Valencia encontrarás una larga lista de recomendaciones donde podrás comer de lujo; o como dirían en la terreta, «de categoría». Toma nota de estos restaurantes que no te puedes perder.
Karak
El flamante ganador del premio T de Oro no podía faltar en esta lista. Es que Karak es Rakel. Es que Rakel no tiene miedo. Pocas cocineras más autodidactas, más fieles a su doctrina, más eléctricas en el plato. Y, sin embargo, reflexiona cada bocado y se preocupa por los detalles como ninguna, empezando por las cartas que pinta ella misma con acuarelas.
En el menú, snacks divertidos, fondos contundentes y sabores como relámpagos. Un salmón coloreado de negro o una bomba de chocolate chorreante. No emplea gluten ni azúcar: prefiere complicarse la vida y hacer más saludables los procesos. Los maridajes de Javi también apuestan por los vinos naturales. Sin riesgo, no hay beneficio. Sin valor, no hay victoria.
Lienzo
Estamos ante un nuevo Lienzo, sobre el que se estampa una estrella Michelin, conseguida con mucho esfuerzo, porque aquí no ha habido mecenas que valga. María José Martínez es una trabajadora nata, siempre secundada por Juanjo Soria en la sala, y resulta que ha encontrado la tonalidad más favorecedora para su cocina. Años pintando platos con el producto de proximidad y de temporada, para finalmente redondear su discurso vegetal y estallarlo con técnica precisa. Otra de sus singularidades es la miel, porque proviene de familia de apicultores, que surca su menú desde el snack de canelón hasta el postre de panal.
RiFF
Bernd Knöller siempre tiene una puntada que dar para tejer el relato de Valencia. A fin de cuentas, es la estrella Michelin más antigua de la urbe. Cuando este alemán espigado llegó a la ciudad, allá por los 80, estaba todo por hacer. Tenía problemas para abastecerse en el Mercado Central, se encontraba con comensales que no entendían de alta cocina y hasta costaba reivindicar a Paquita Pozo como sumiller. Ella se subía en autobuses repletos de hombres para conocer bodegas. A base de técnica y constancia, su melodía se ha convertido en sonido de fondo y su cocina ha resistido con ímpetu el paso del tiempo.
Kaido Sushi Bar
La noche en la que Kaido ganó su primera estrella Michelin, Yoshikazu Yanome nos mostró su sonrisa. El chef de la pureza tiene la mirada dura y las manos hábiles mientras cocina, porque alberga un profundo respeto por la cultura nipona. No ha sido fácil contarle a la ciudad lo que era el sushi de verdad, donde lo fundamental es la calidad del pescado y el corte con el que se disecciona. Una experiencia auténtica para diez comensales, todos sentados a la barra, disfrutando del mismo menú, y entregándose al IchigoIchie del momento presente. Mientras habites Kaido, no existirá nada más. No admite reservas por teléfono.
BarX
Lo estábamos necesitando. Una barra de bar que fuera eléctrica. Tapas divertidas y versátiles. En su barra de Central Bar, Ricard Camarena se envuelve en el almuerzo valenciano, pero aquí se desenvuelve de corsés. Hay alcachofas con guanciale y berenjenas con feta, pepito de ternera hojaldrado y sándwich de queso fundido con trufa. No renuncia a las croquetas ni a las bravas, presentadas a su manera. El nuevo establecimiento se llama como su pueblo natal –Barx– y juega con sus propias reglas. Sin reservas, se hace cola en la puerta. Con horario non-stop, porque el Mercado de Colón ya merecía un relámpago.
Lavoe
¿Acaso la paella no merece su laboratorio de innovación gastronómica? Y tanto que sí. El restaurante de Toni Boix es un espacio de experimentación en torno al arroz, situado en pleno centro de Valencia, donde se adolece de puntos de ensayo. Que nadie se espere un entorno costumbrista, sino una decoración so- fisticada. El ticket medio también está a la altura de la calidad, pero es que esto va de dignificar el plato y vestirlo con la elegancia que merece. Buen producto para preceder una excelsa paella, por lo general de capa fina, donde convergen técnica y creatividad. ¿Qué más hace falta? Lavoe es alta cocina.
El Poblet
El Poblet fue el primer nombre que Quique Dacosta concedió a su restaurante de Denia. En 2011, cuando ya contaba con dos gastrobares en Valencia, decidió que era momento de trasladarlo y estampó su firma en el centro. El chef Luis Valls está al timón del barco, alumbrado por dos estrellas y concentrado en la despensa de agua. A su servicio dispone de una tripulación tan joven como talentosa, con Ana Botella en sala y Hernán Menno en bodega. La elegancia de esta casa no se discute, ni en los platos, ni en los modos.
Ultramarinos Huerta
Valencia pedía a gritos Ultramarinos. La apertura a medida de este último año. Azulejos, pero con mesas altas; tapas tradicionales, pero divertidas; ticket me- dio y trato amable. La falta de egolatría se constata por igual en los platos, que son homenajes a restaurantes míticos, desde la croqueta Rausell a la tortilla Sacha. Óscar Casasnovas y Arturo Salvetti son dos hosteleros de largo recorrido que han dado con la fórmula de la felicidad. Cortan embutidos y salazones; berenjena con sobrasada y pan con chocolate; ¿para qué más?
Por Almudena Ortuño.
Si buscas otras recomendaciones para comer en Valencia, consulta estos 10 locales imprescindibles para degustar una buena paella en Valencia.
