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La gastronomía de Malta lo abarca todo

Este archipiélago enriquece aún más la cultura culinaria del Mediterráneo y lo hace con recetas de temporada, que mezclan influencias italianas o árabes, y con mucho vino que merece la pena descubrir.

Malta es el lugar perfecto para disfrutar de la naturaleza, divertirse y empaparse de historia descubriendo la influencia que han dejado todos los pueblos que han pasado por ella: italiano, español, árabe, turco, francés o británico. También es el país para comer, mucho y bien, degustando recetas de temporada de larga tradición en las que destacan los ingredientes sencillos, las especias y los sabores intensos del azafrán, el estragón, la canela, la vainilla y el ajo. Así se sienten en sus platos más famosos, como el lampuki (pescado autóctono), los pastizzi (pastelitos de hojaldre) o la ftira, que es la pizza maltesa. Pero hay mucho más.

Ftira de patata

In vino veritas

Como paraíso gastronómico que es, su despensa esconde otra joya imprescindible: el vino. Porque en este archipiélago crecen dos variedades de vino autóctonas, la gellewza (rojo) y la ghirgentina (blanco); además de varias internacionales como la merlot, syrah, cabernet franc o chardonnay. De ellas resultan vinos genuinos que se descubren a fondo a través de una visita guiada a algunas de sus bodegas más destacadas como Meridiana Wine State, Mar Casar o Ta’Mena. Y es que pisar las bodegas y viñedos de Malta es zambullirse de lleno en su cultura enológica (y gastronómica).

Una de las bodegas más exclusivas de la isla es Ta’ Betta, compuesta por cuatro hectáreas de terreno bañadas por higueras, algarrobos, olivos y todo tipo de flora maltesa; además de 15.000 vides, claro. Se encuentra en los límites del palacio Girgenti (Siggiewi) y en ella se pueden recorrer los viñedos, contemplar las vistas a la ciudad medieval de Mdina y a la costa mediterránea y saborear sus vinos artesanales.

Además, hay dos aspectos que hacen especial a esta bodega, por un lado, su arquitectura, ya que está construida con bloques de piedra caliza erosionada que, en combinación con los toques arquitectónicos modernos, hacen un interesante mix. Merece la pena fijarse en la parte trasera de la bodega porque hay tres bóvedas de cañón típicas de la arquitectura de los Caballeros de Malta. En este espacio se encuentran las pilas de barricas en las que maduran los tintos y fermentan los blancos. El otro aspecto diferenciador son los tanques importados de Sonoma (California), con forma de huevo y de diferentes colores, que facilitan el proceso de fermentación del vino gracias a su disposición.

Pero, como ocurre en nuestro país, el vino no sólo se bebe, sino que también se utiliza para cocinar. Así, esta bebida enriquece, gracias a sus interesantes matices, numerosas recetas, tradicionales o más innovadoras. Nosotros destacamos una que es ideal para los meses más fríos que se acercan.

El plato nacional: Conejo estofado en salsa de tomate y vino acompañado de arroz

Ingredientes para el conejo:

· 2 cucharadas de AOVE

· 1,5 kilos de conejo cortado en piezas

· 1 cebolla finamente picada

· 4 dientes de ajo finamente picados

· 800 gramos de tomates enteros pelados

· 100 ml. de vino blanco

· 2 brotes de romero

· 2 hojas de laurel

Ingredientes para el arroz:

· 1 cucharada de AOVE

· 50 gr. De zanahorias finamente cortadas

· 50 gr. De champiñones

· ¼ de cucharilla de curry en polvo

· 2 tazas de arroz blanco cocido

Elaboración:

· Primero, tomamos una sartén grande y la ponemos a fuego medio-alto. A continuación, sazonamos el conejo, lo introducimos en la sartén, junto con un poco de aceite de oliva y vamos dorándolo. Cuando esté uniformemente tostado, lo sacamos de la sartén y reservamos.

· Sofreímos la cebolla y el ajo durante unos tres minutos, hasta que la cebolla se ablande. Tras esto, añadimos los tomates, el romero, el laurel y el vino, y lo llevamos a ebullición.

· Volvemos a meter las piezas de conejo en la sartén, bajamos el fuego y dejamos que hierva a fuego lento, cubierto, durante una hora y quince minutos más o menos, hasta que veamos que la carne se enternece. Quitamos la tapa y dejamos que hierva otros 15 minutos más, hasta que veamos que la carne se separa de los huesos y la salsa se ha reducido ligeramente. Sazonamos al gusto.

· Mientras tanto, calentamos el aceite que nos ha sobrado en una sartén de tamaño medio y añadimos las zanahorias, los champiñones y el polvo de curry. Cocinamos durante unos dos minutos, hasta que las verduras estén tiernas.

· Seguidamente, añadimos el arroz junto con una cucharada de agua y dejamos cocinar otro minuto más o menos. Sazonamos al gusto.

· Servimos el conejo con tomate y la salsa de vino, acompañado con el arroz. ¡Buen provecho!

España y Malta, mucho más cerca de lo que parece

El empleo del vino en la cocina no es el único aspecto que comparte la gastronomía maltesa con la nuestra. Y es que la influencia del Mediterráneo nos deja multitud de costumbres y productos similares, como es el caso de una de las parejas más conocidas de cualquier aperitivo o sobremesa. Hablamos del vino y el queso –que sabe a beso, claro–. Y es que en Malta la tradición en la elaboración de este producto lácteo se remonta siglos atrás. Algunos de los más famosos son el gbejniet, elaborado con leche de oveja (mayoritariamente), sal y cuajada (se presenta fresco, encurtido, pimentado o desecado); o la irkotta que es parecida a la ricotta italiana y se utiliza en los pastizzi.

Así que, para la próxima visita a Malta te damos una idea que seguro triunfa. Acércate a cualquiera de sus mercados o tiendas de alimentación y hazte con los siguientes productos para montar un aperitivo 100% maltés: queso, vino y otras delicias como, por ejemplo, la hobz biz-zej, una rebanada de pan con tomate, aceite, atún, cebollas y alcaparras. Te suena, ¿verdad? Si es que todos los caminos llevan al Mediterráneo.