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Un roast para no hacerse el sueco

Reírse de uno mismo es uno de los actos más terapéuticos que hay y por eso Oatly lo practica con mucha asiduidad.

Oatly quiere seguir su imparable escalada hacia la cima del humor y para ello se sirve de la autocrítica y de muy poco sentido del ridículo; las mejores guías en la comedia. Este ha sido el principal motivo que les ha animado a organizar los comedy roast en los que son ellos solitos quienes se ponen en el ojo del huracán para que sean los cómicos quienes les den algún que otro revolcón. Y, recordemos, todo pagado por Oatly porque, ¿cuántas marcas pueden correr el riesgo de ser ridiculizadas de esta forma? Pues entendemos que las que tienen muy claro lo que hacen y por qué lo hacen. Y es que la compañía sueca lleva ya 30 años en la industria, habiendo cambiado la percepción que el usuario tiene de las bebidas de avena, experimentando un crecimiento imparable, y habiendo conquistado incluso las neveras de los baristas. Y eso tiene mucho mérito. 

Pero, volviendo a la autocrítica y al humor, en Oatly saben que no existe la empresa perfecta, pero a diferencia de la mayoría de las empresas, a ellos les gusta que la gente sepa exactamente dónde reside su imperfección. Por supuesto, se centran en la salud y la sostenibilidad, pero también han tomado algunas decisiones audaces que han molestado a mucha gente y que se pueden leer en la página web fck-oatly.com. Una exposición de lo que ellos llaman “su lado malo” que es la esencia de la campaña multidimensional que llevan a cabo y que abarca la comedy roast night en el Bar Picnic de Malasaña, participaciones en medios on y offline, así como activaciones a pie de calle empapelando la ciudad al grito de “GO F*CK OURSELF”. 

Así que la gasolina para esta obra cómica son todas aquellas cosas que les ponen en un lugar incómodo tanto a ellos como –sintiéndolo mucho– a sus usuarios: el elitismo al que se vincula a los consumidores de avena, en muchos casos concebidos como hípsters, o los escándalos públicos en los que se han visto envueltos, como el del lobby lácteo español, el del Consejo Nacional Lácteo de Irlanda, de la demanda contra Glebe Farm, el edadismo, la insensibilidad con el alcoholismo o la acusación por ser anti-agricultores. Ponte cómodo y disfruta del espectáculo.