Adrián Zarzo combina la sobriedad del norte de Europa con los tópicos típicos de nuestra cocina. Un mix que le ha valido su primera estrella.
De padre español y madre holandesa, Adrián Zarzo creció en Valencia y, gastronómicamente, entre sus dos países: de Can Fabes saltó a De Librije –como jefe de partida y junto a Thérèse Boer como sumiller– con parada en De Luytervelde y De Hoefslag. Tras el periplo se instaló en Eindhoven y abrió Zarzo, “típico Zarzo”, como reza su eslógan, entre elementos de metal y madera de racionalismo europeo, cajas de Vega Sicilia y de Ximénez-Spinola y toros, astados en lienzo y en cabeza triunfal que dejan muy claro dónde estamos y por qué. Su cocina también juega a dar la vuelta al ruedo español no solo en guiños a los productos ibéricos, con especial atención a las carnes, sino también en los menús con armonía de vinos, de los que Adrián se reconoce un apasionado. Su talento y esfuerzo han convencido a los inspectores de la Guía Michelin, que en su edición holandesa de 2016 le han otorgado su primera estrella (zarzo.nl).