Nombres propios

Última cena murciana

 

Ya no quedan referentes, ni en política ni en el rock and roll. La izquierda, si es que todavía se le puede definir así, se ha convertido en un grupo de ofendidos que se dedican a tutelar lo que se puede o no decir. Y la música, en algunos casos, viene a ser un poco lo mismo: payasos con lentejuelas subidos en un escenario para hacer lo mismo que un mal político de izquierdas: demagogia. Después están las religiones, que merecen un capítulo y hasta un libro aparte, como han hecho Darío Adanti y Edu Galán con la publicación de La Biblia Negra de Mongolia.

Homer Simpson, cuando se veía obligado a ir a misa, se hacía más preguntas que cualquier progre de Vallecas que ahora vive en Galapagar: “¿Por qué es tan importante ir a ese edificio todos los domingos? ¿No está Dios en todas partes? ¿Y no crees que el Todopoderoso tiene cosas más importantes que hacer que preocuparse de cómo paso yo esa estúpida hora del domingo? ¿Y si nos hubiésemos equivocado de religión? No haríamos más que cabrear a Dios todas las semanas”. Después de todo, los únicos que pueden dar respuesta a estas cuestiones son los cocineros y los humoristas; los primeros llenan el estómago y los segundos mandan todo a la mierda con una carcajada. ¿Quién necesita rockstars (y profetas) teniendo a Edu Galán y a Darío Adanti?

¿Habéis leído la Biblia?

Edu Galán: Sí, sí, sí. Pero lo que más mola de leer la Biblia es hacerlo con flashbacks para comparar el Nuevo Testamento con el Antiguo. Es maravilloso, porque ves claramente que el Dios del Antiguo Testamento es más cabrón que el Dios del Nuevo Testamento, aunque hay que asumir que el Dios del Nuevo Testamento es también un cabrón de cojones, porque dejar que tu hijo sufra y no intervenir… Hay que ser un poco psicópata.

Darío Adanti: Depende. Hay hijos a los que crucificaría también, ¿eh? Pero es verdad que el hijo de Dios era un pesado. Yo pienso que, si Cristo viviera ahora, sería un troll en internet, de esos chungos que te persiguen todo el rato. Para mí, la Biblia es en realidad la evolución de un tío (Dios) que se vuelve blandengue. Empieza siendo muy cabrón y luego termina siendo como de andar por casa.

¿Qué son las religiones?

D.A.: Bueno, las religiones son cuentitos que una vez fueron necesarios, hace siete mil años, porque en el fondo lo eran todo: una historia ficticia sobre cómo se había creado lo que les rodeaba y, a la vez, era un código de convivencia moral y social. El problema está en que las sigamos usando como una realidad, algo que sirvió en la Edad de Hierro.

E.G.: Y luego tiene una cosa muy importante aparte de esto: las religiones contienen unos –digamos- rituales,

entonces a veces la religión no sobrevive, pero sí sus rituales, porque normalmente la religión tranquiliza y organiza la vida de la gente (los domingos vas a misa y te juntas en comunidad).

Dentro de la tradición y costumbres de la Iglesia, ¿en qué momento aparece la pederastia?

E.G.: Yo creo que desde el principio. A poco que leas la historia de la Iglesia católica, verás que es un desenfreno. En el libro La puta de Babilonia, de Fernando Vallejo, se explica que es inherente.

D.A.: Poniéndome un poco serio, lo cierto es que la violación ha sido una demostración y una imposición de poder. La Iglesia siempre fue una institución de poder y una manera de imponer ese poder tenía que ver con la humillación y con todo lo que significa la violación. Y además, por otro lado, la represión sexual es muy mala, porque es un instinto que por algún lado sale.

¿Ofende el que quiere u ofende el que puede?

E.G.: Las dos cosas. Creo que hay que tener un buen oficio para querer ofender y poder hacerlo. Nosotros podríamos ofender más, pero hay unos límites legales que nos lo impiden (risas). También hay que tener cierta capacidad en la ofensa para que no sea un fin, sino un medio: que la ofensa lleve a otras conclusiones. No produce un cambio en la sociedad, pero a través de la ofensa se pueden señalar determinadas situaciones que se hacen muy evidentes.

D.A.: Esto entronca con lo de los límites del humor. En Disparen al humorista cito a Philip Roth cuando dice en Me casé con un comunista que la osadía, la valentía, si no tiene un sentido de fondo, se convierte en algo banal.

No creo que ofender por ofender sea un delito o que esté mal, pero tiene cierta banalidad de fondo. En nuestro caso, como es sátira, tiene un concepto político detrás, que es ofender con un criterio preciso y marcar lo que nos parece mal, como la pedofilia.

Hay una frase de la beata Paulina von Mallinckrodt en vuestra biblia negra que dice: “¡Malditos herejes! En mi

época, este libro hubiese sido incinerado”. La pregunta es: ¿Y en esta época?

E.G.: Nosotros queremos que lo quemen, pero pagando.

D.A.: Con el otro libro que habíamos hecho, El libro rojo de Mongolia, queríamos vender tanto como El libro rojo de Mao, que no es que los haya vendido, es que les obligaban a tenerlo, entonces es el libro con más ediciones que hay. Y ahora queríamos sacar otro libro que vendiera tanto como la Biblia. También hay que decir que nos metemos con todas las religiones, aunque obviamente tiene mucho más espacio el cristianismo, porque es lo que nos ha machacado en la educación desde que somos pequeños. Pero hay chistes de musulmanes, judíos y de new age. Detestamos que la gente que sigue la new age diga que es de izquierdas, cuando es un pensamiento mágico, gilipollas y peligroso.

¿Qué son las religiones ‘new age’?

D.A.: Una tontería.

E.G:. Por ejemplo, las energías, los chacras, la colorterapia… Lo que Jorge Ilegal llamaría “religiones de hippies”.

¿Qué os parece la Iglesia Maradoniana?

D.A.: (Risas) Es la única que respetamos. Conociendo a mis compatriotas argentinos, seguro que fue un chiste que se les fue de las manos.

E.G.: Pero debe haber algún chiflado que realmente se la cree. Decimos en el libro que obligan a todos los miembros a poner Diego a sus hijos, pero eso tiene un punto festivo.

Teodoro García Egea, secretario general del PP, dijo que “Cristo debería haber hecho la última cena en Murcia”.

D.A.: Se come bien en Murcia, ¿eh? Unos arroces ricos, ricos… Pero si Cristo hubiera sido de Murcia, el Nuevo Testamento no se entendería.

E.G.: Hombre, lo único que hubiese hecho sería adelantar la tortura de Cristo. Es decir: a Cristo lo empezaron a torturar al día siguiente. Teodoro, lo que pide, es que le torturasen en la cena de Murcia (risas). Recomendaría a Teodoro que dejase la política y que se metiese a su verdadero oficio, que es el de escupidor de aceitunas.

¿Quién habría pagado la cuenta de la última cena?

D.A.: ¡Eso lo ponemos en el libro! En un momento, Jesús dijo: “Pidan lo que quieran, que como es la última cena, pago con tarjeta”. Total… 

¿Para qué sirve vuestra Biblia negra?

E.G.: Sirve para que le metas un cañonazo a cualquier idiota que te empiece a dar la vara con la religión.

Pero hay una cosa que no se puede hacer con vuestra biblia, que es darle la vuelta.

E.G.: Si la lees al revés, hay mensajes satánicos que te pueden llevar a locuras semejantes a las de Micky Molina un viernes por la noche.

D.A.: Pero también entras en trance cómico, pero de dolerte el estómago. Y lo genial es que básicamente hemos hecho de editores, porque solo hemos buscado las marcianadas de las religiones y las hemos escrito con nuestro tono.