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Los científicos siguen experimentando con la creación de alternativas a la contaminante industria cárnica en base a patrones sostenibles con los que proyectar la cocina del futuro. Una práctica innovadora con la que se presenta ahora la última disyuntiva realista de la carne: la soja que sabe a cerdo, cocinada en base a un nuevo tipo de agricultura en el que el ADN de la soja se altera y modifica genéticamente para integrar ADN de cerdo.
«Al fin y al cabo, estamos replicando lo que la naturaleza hace en un animal dentro de una planta», dice Gastón Paladini, CEO y cofundador de Moolec, la startup que ha desarrollado esta soja que replica todas aquellas proteínas animales clave que aportan textura, sabor y nutrición.
AGRICULTURA MOLECULAR
A través de la ingeniería genética, esta empresa modifica el núcleo de la planta de soja para que pueda producir las mismas proteínas animales, y acabar comercializándolas a los fabricantes de alimentos.
Ese proceso, denominado ‘agricultura molecular‘, se convierte en una vía asequible de producción auténtica en base a la proteína animal -sin criar ni sacrificar animales- en la que las células de un animal vivo se cultivan en tanques de acero.
‘Lo bueno de la tecnología de Moolec es que lo único que modificamos es la semilla, al principio de la cadena de valor, y la biología y la infraestructura actuales hacen el resto’, explica Paladini. Esto podría permitir alcanzar la paridad de precios con la proteína animal tradicional. ‘Los agricultores ya cultivan 350 millones de toneladas métricas de soja al año, y las nuevas semillas podrían sustituir simplemente parte de esa cosecha.’
Moolec revoluciona así el sector a través de la innovación sostenible con este ‘Piggy Sooy‘ con el que producir la proteína en la soja, en lugar de criar el cerdo, reduciendo considerablemente la huella de carbono en el planeta, así como presentando una de las grandes alternativas cárnicas de nuestra era.