¿Quién dijo que gastronomía y ciencia aeronáutica no tenían nada que ver?
Pues lo cierto es que sí tienen que ver; es más, podríamos decir que son familia, que se complementan y respetan. Además, algunas veces sirven para perfeccionar la técnica de un maestro chocolatero, y otras, para construir mejores cubiertas para los aviones.
Para conseguir bombones huecos, expertos chocolateros introducen el chocolate en un molde que después dan la vuelta para retirar el exceso, consiguiendo así una cáscara de espesor constante. Hasta aquí todo muy bien pero, ¿y si se sustituye el chocolate por un polímero de consistencia similar? Todo dependería de una fórmula matemática que consigue el grosor exacto de este polímero elástico para alcanzar un bombón más crujiente y resistente que permite ser rellenado de cualquier sustancia.
Curiosamente, esta fórmula matemática también sirve en la aeronáutica, concretamente en la fabricación de la cubierta de los aviones.