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El matcha se ha convertido en la bebida definitiva de la generación del wellness. En el té favorito de las ‘clean girls’ que lo consumen tras sus clases de pilates o de barre como una sustición del café con propiedades antioxidantes y energizantes que no altera su sistema nervioso. O, al menos, no tanto.
Este tipo de té verde japonés se consume en mayor medida como bebida con leche, pero también como un producto que las marcas, los chefs o pasteleros han querido versionar desde su terreno. Podemos encontrar así desde tartas de matcha hasta velas o gominolas de ‘superalimento’ coloreadas en su característico verde brillante; como las que vende la marca lemme de Kourtney Kardashian.

A pesar de que el matcha lleve muchos siglos en el mundo -en concreto desde que unos monjes budistas lo descubriesen- no ha sido hasta hace unos años que éste ha ganado popularidad mundial y se ha incorporado de lleno en nuestro estilo de vida.
Desgraciadamente, tras haber experimentado todo ese boom, el matcha parece estar a punto de sufrir una época de escasez, según informa el Japan Times. De hecho, empresas de té de Kioto como Marukyu Koyamaen se han visto obligadas a establecer límites de compra acordes a sus bajas existencias.


El problema detrás de todo ello reside en que el té viral es de la variedad first-flush, un tipo de matcha que sólo se cosecha una vez al año; y que se reservaba antiguamente de manera exclusiva para las ceremonias.
Lo sorprendente de todo esto es que, mientras que el auge del matcha se ha vivido en todo el mundo, su consumo en Japón está disminuyendo. El Ministerio de Agricultura japonés informa de que más de la mitad del matcha del país se exporta, y que de 2010 a 2023, la producción de té casi se ha triplicado.

Sin embargo, mientras que la popularidad del matcha está contribuyendo de lleno al aumento de la economía japonesa, llegar a alcanzar la demanda y ampliar su producción resulta muy complicado, puesto que las hojas de matcha tardan hasta cinco años en crecer, y luego hay que molerlas para convertirlas en polvo.
Por último, otro problema sin resolver para los productores de matcha es la falta de agricultores en las plantaciones de té: el gobierno informa de que entre 2000 y 2020, el número de trabajadores del campo ha disminuido un 77%. De lo contrario, la viralización del matcha latte podría caer muy pronto.