Hace ya unos años los –ya inconfundibles– cristales de sal se colaron en nuestras cocinas y despensas, arrebatándole a la sal de mesa la supremacía. Todo un acierto de producto que Sal Maldon llevaba cosechando a mano desde 1882 en el estuario del río Blackwater en Maldon. Sal marina que acercaría a la mesa una nueva manera de sazonar recetas y un nuevo concepto que acuñaría la marca en el mercado español: la sal en escamas.
Nueva imagen, misma calidad
Renovarse y seguir, así lo ha querido Sal Maldon, que con el fin de reforzar su presencia entre los consumidores, a pesar de no pasar desapercibida, ha relanzado el diseño de su marca adaptándose a los nuevos tiempos. Se trata de una imagen más fresca, que ha respetado su esencia y tradición artesanal, al igual que su calidad máxima que conduce a una experiencia sensorial única, valor que la ha hecho destacar entre el resto de compañeras del lineal.
Versatilidad al sazonar
De principio a fin. Así es como aporta sabor Sal Maldon a cualquier plato que se cruce en su camino. Y eso es precisamente lo que la hace tan especial: se trata de una sal marina sana y natural, que no lleva ningún tipo de aditivo químico y que bien podría sustituir a cualquier otra sal de mesa, aportando a nuestros platos incluso una calidad mucho más alta. Razón de peso para hacerse inseparable compañera de aventuras para tantos chefs que la eligen por su pureza e intenso sabor, no sólo para ponerle el broche de oro a cualquiera de sus platos sino para encenderlos desde su comienzo.