Dice este cineasta, entre risas, que le gusta tanto comer que lo hace incluso tres veces al día como mínimo. También asegura que no se fía de las personas a las que no les gusta comer, que es muy preocupante que haya gente que no disfrute con la comida. Igualmente, tampoco entiende demasiado a los que dicen aquello de «yo es que voy al cine a no pensar». Por eso sus películas siempre buscan cierta provocación, una interacción con el espectador. Y con su último trabajo, la serie Antidisturbios que se estrena mañana en Movistar+ (que en realidad se trata de un auténtico filme de cinco horas dividido en seis entregas), lo ha vuelto a hacer.
El tema de los desahucios y los antidisturbios no podía estar más de actualidad…
En realidad, ya lo estaba antes. Es un reflejo de los tiempos en los que vivimos, que son muy convulsos. De hecho, no veo las noticias para no deprimirme, porque las veo y pienso: Dios mío, qué sociedad tenemos… Y los desahucios están muy en boga, pero es que hace unos años también lo estaban. Al igual que la corrupción política lo estaba cuando hicimos El reino… Son temas que están ahí y que, como contadores de historias, como cineastas, nos interesan. Y aparte de contar historias humanas, lo que queremos es reflejar una realidad a la que es mejor no darle la espalda, nos guste o no.
En tus trabajos sueles mostrar personajes que pueden ser antipáticos para el público, pero logras que se empatice con ellos por las historias humanas que hay detrás. ¿Con esto buscas cierta provocación? ¿O quizá demostrar que todo es relativo?
Que todo es relativo es una gran frase dicha mil veces… pero es que es una verdad como un templo. Demonizar y santificar siempre ha sido un error, aunque es muy lógico que ocurra y todos caemos en ello. Pero creo que está bien que sepamos que en los grises está la riqueza y la vida, porque ni nadie es muy bueno ni nadie muy malo. Y en cuanto a provocar, es un verbo que está muy mal visto, pero creo que una historia siempre tiene que provocar, aunque sea risa, miedo, alguna emoción…
Sé que estas cosas provocan. Y me parece bien. Es una forma de interpelar al espectador. Vivimos en la época del juicio rápido, de que con un clic ya puedo decir que esto es una mierda o que es lo mejor que he visto en mi vida. Cada vez es más peligroso esto de provocar, pero todas las películas con las que yo he crecido te provocaban de alguna manera y estabas abierto a que lo hicieran. Luego ya te podían gustar más o menos.
¿Crees que la serie se le va a atragantar a muchos por humanizar precisamente a una profesión tan polémica como la de los antidisturbios?
Sí, pero al que se le atragante es al que no va a ver la serie. Si dices, ‘a ver la mierda ésta que han hecho’… y la quitas en el capítulo uno, claro que se te atragantará. Y seguro que habrá gente que hará eso porque vivimos en la sociedad del buenismo, o de lo contrario, de la crítica rápida. En la serie vas a ver a unos seres humanos, que unos te caerán mejor y otros peor, pero creo que es una trama entretenida y con momentos emocionantes, y los protagonistas seguramente tendrán algo que te recuerden a ti.
¿Cómo ha sido la convivencia con antidisturbios de verdad en el proceso de documentación?
Fue muy divertido. Nos pasó lo mismo que con los políticos en El reino. Te das cuenta de cosas obvias: que son gente normal, con todo lo normal que podemos tener tú y yo, que seguro que tenemos millones de cosas anormales… Uno era más simpático que otro, uno era más callado que otro, a alguno le veías un puntito cabroncete… Pero con gente de cualquier otra profesión también pasa.
¿Qué ha sido lo más complicado del rodaje?
Las escenas de acción. Ha sido un rodaje muy duro. Técnicamente siempre queremos superar retos, que llegue al espectador de una manera muy potente. Ésa es la forma que tenemos de entender el cine mi equipo y yo. Así que nos gusta probar cosas nuevas o cosas que has visto en pelis que admiras, pero que tengan una dificultad. A mí me aburriría mucho escribir o rodar la misma película todo el rato… Y a lo mejor yo acabo cayendo en eso, pero intento no hacerlo. Por eso hemos hecho escenas muy complicadas, como la secuencia inicial del desahucio de 15 minutos, con muchos actores, en un espacio muy reducido, contando una cosa muy tensa y muy violenta.
¿Cómo llevaron los actores estar en continua tensión?
Estoy encantado con el casting. Han hecho un grupo increíble. Son personajes con una personalidad abrumadora todos, pero a la vez entiendes que son una piña. Como que congenian muy bien, pero a la vez son colores distintos de un mismo cubo de Rubik. Lo llevaron bien, porque cuando el proyecto entusiasma es más fácil de sobrellevar todo lo duro y lo cansado que puede ser un rodaje de esas condiciones. Aunque es cierto que en una de las últimas escenas que rodamos, saltó algo y algunos acabaron incluso llorando. Ahí es donde ves las consecuencias de los cuatro meses de tensión que llevábamos.
‘Antidisturbios’ poco tiene que ver con lo que habías hecho en televisión hasta ahora y es la primera vez que se ha proyectado una serie completa en el Festival de Cine de San Sebastián. ¿Cómo valoras esto?
Estoy de acuerdo en que esto no tiene nada que ver con lo que había hecho en tele. Y en cuanto a lo de San Sebastián, significa que ha habido un comité de selección que ha valorado que un espectador del festival se puede tragar cinco horas de una serie como ésta.
Y eso me encanta porque significa que tienen en muy buena estima tu trabajo. Mostrarla en pantalla grande ha sido una de las mejores experiencias de mi vida. Y que se estrenen series en festivales es lo que se tiene que hacer, estoy a favor de todo lo que sea llevar a gente a las salas de cine, incentivar eso; qué más da que sea para proyectar un corto, una serie o un largometraje. Lo importante es que no se dejen de rodar historias y que las salas de cine no mueran.
Y hablando de San Sebastián, allí se come de cine… ¿A qué sitios no te puedes resistir a ir cuando visitas la ciudad?
El Nestor y el Saltxipi. La verdad es que no soy un experto en restaurantes, pero si me llevas a uno bueno lo valoro y lo disfruto.
¿A qué otros restaurantes sueles ir a, por ejemplo, celebrar los premios que ganas?
Hay dos asiáticos que me gustan mucho en Madrid, Miyama y Soy Kitchen. Y luego de repente nos vamos a La Vaca Argentina, porque no falla para comer una carnaza. También hay un italiano en La Latina, My Julia, que me gusta muchísimo.
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