Todo en el restaurante Ovillo está muy pensado y muy bien hecho. Empezando por el propio espacio. Un antiguo taller de marroquinería que el estudio more&co ha transformado en un atractivo local postindustrial que conserva el espíritu de la nave original: sus altísimos techos y sus proporciones, sus materiales para reciclar y reutilizar (las estructuras metálicas que dividen las estancias y el suelo de terrazo original) y esa disposición diáfana que optimiza los metros y dota al establecimiento de mayor flexibilidad e iluminación.
Una vez digerido el deleite visual, toca centrarse en el gustativo, obra del chef Javier Muñoz-Calero, que con el restaurante Ovillo emprende su proyecto más personal y libre hasta la fecha. Él mismo lo define como “cocina tradicional viajada”. Un recetario que bebe de aquellos lugares por los que ha transitado a lo largo de su vida. Francia y Suiza, como sus escuelas de formación; Tailandia, donde vivió un tiempo; y por supuesto España, sobre todo Cataluña y País Vasco.
Todo ello converge en una carta en la que se huye de las modas efímeras y que se basa en los sabores clásicos, genuinos, reconocibles… y en los productos de temporada: una vieira gratinada, un panaché de verduras con yema o una carrillera de ternera al Banyuls que revolucionan las papilas gustativas.
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