¿Quién no ha comido la paella los domingos en casa de la abuela sobre un plato ámbar de Duralex? Desde que la empresa se fundase en 1945, ha conseguido hacer llegar sus vajillas a todos los hogares de la época.
La compañía radicada en La Chapelle-Saint-Mesmin (Francia), ha sido declarada en quiebra por el tribunal comercial de Orleans. Con su origen en la empresa fabricante de cristal Saint-Gobain, Duralex desarrolló su vajilla a partir de una tecnología de vidrio templado a 700 grados y enfriado súbitamente consiguiendo así una resistencia especial.
La vajilla de referencia de la época
En su origen, la vajilla de Duralex no era la típica vajilla ámbar que todos tenemos en mente, sino una vajilla transparente, con platos con forma de margarita y su típico vaso barrigón. En 1945 la compañía estrenó su nueva línea Picardía, con modelos más estrechos.
En los años 50, las vajillas verdes y ámbar llegaron a todos los hogares españoles como promesa de resistencia con el eslogan «utilícelo como martillo, déjelo caer, golpéelo, hágalo pasar del hielo al agua hirviendo».
Historia de subidas y bajadas
Durante los años de oro de la compañía de referencia en vajillas, Duralex tenía su centro neurálgico en España ubicado en Azuqueca de Henares. Allí fundó La vidriera de Castilla, su filiar española con 500 trabajadores. En sus momento más álgido, la empresa francesa contaba con 1.500 trabajadores y a mediados de los años 60’s ya había fabricado 133 millones de piezas.
A finales del siglo XX comienza el declive de la empresa. En 1997 Saint-Gobain, vende la compañía a Bormioli Rocco & Figlio que la llevarían a números rojos y la venderían al turco Sinan Solmaz. Diez años después, en 2007, entra en fase de liquidación judicial.
Tras estar a punto de quebrar, en 2008 Duralex remonta de la mano de los hermanos André y Antoine Ionnaides. La cultura vintage y el auge de las redes sociales hicieron volver a florecer la vajilla de toda la vida.