Neal Maloney es el responsable de que estas ostras estén volviendo locos a los chefs. Este biólogo marino y granjero de ostras, de 35 años, ha superado con creces las aspiraciones de su infancia. Desde pequeño, a los cinco años, ya miraba a los pescadores sumergirse en las charcas de Mendocino, California. A los 25 fundó Morro Bay Oyster Company en la costa central de California y desde entonces se ha ganado la reputación de vender las ostras más preciadas de América.
Maloney cría sus ostras en largas colas flotantes en las frías aguas de Morro Bay, ricas en minerales y con acuíferos naturales. Pero Neal decidió ir un paso más allá e incluir en su granja de ostras un segundo sistema de depuración que filtrase el agua pluvial durante la temporada de lluvias. Estos nuevos lotes que se han creado a raíz de introducir su nuevo filtro están un paso más allá de la cosecha habitual de Maloney, gracias a que las corrientes naturales de la Bahía voltean y empujan las bolsas de bivalvos con el objetivo de crear un tamaño, una forma y mejor sabor en su carne. Así se crean cortes más profundos que son más agradables desde el punto de vista estético, además de que las ostras son más carnosas y ofrecen una mordida sustancial pero no abrumadora.