Viajes

Qué hacer y dónde comer en Andorra

Hacemos un recorrido por la oferta gastronómica de Andorra, mientras disfrutamos de todo lo que ofrece el Principado.

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En invierno también hay tiempo para escapadas emocionantes con las que vivir aventuras inolvidables en destinos que despertarán tu curiosidad. Y uno de esos destinos preciosos que no se encuentra muy lejos para ir en pareja, en familia o en grupos de amigos es Andorra la Vella, capital del Principado de Andorra (78.235 habitantes). Este pequeño estado (468 km2), enclavado en medio de la cordillera de los Pirineos, entre Francia y España, está considerado como uno de los paisajes más verdes y saludables del planeta. Además, cuenta con una de las mayores tasas de museos por kilómetros cuadrados del mundo. Entre ellos, el de Carmen Thyssen Andorra, el Centro de Arte de Escaldes- Engordany o el nuevo Espai Columba, situado a pocos metros de la iglesia prerrománica de Santa Coloma. 

Esquí, shopping y gastronomía

Hay muchos motivos para viajar a Andorra y, en estas fechas invernales, mucho más, ya que es uno de los destinos preferidos para vivir como nunca la naturaleza, el senderismo y los deportes de nieve. Aquí se encuentran algunas de las mejores estaciones de esquí del sur de Europa, como Grandvalira (215 km de pista), la más grande de los Pirineos, que alberga pistas para todos los gustos y categorías; Pal Arinsal, con 63 km de pista de esquí que se adaptan a todos los gustos; y Ordino Arcalís, la más septentrional de Andorra, que dispone de 30.5 km de pistas que se ajustan a todos los niveles de esquí. 

Pero si tu pasión son las compras y quieres darte algún capricho, es un destino imprescindible. Cuenta con un amplio abanico de opciones para hacer shopping en sus calles y avenidas, especialmente en la avenida Meritxell, principal vía comercial del Principado y la más concurrida, con varios centros comerciales, tiendas de todo tipo y gran diversidad de marcas de primer nivel mundial, donde puedes encontrar las mejores ofertas y promociones. Otra de las ventajas es que en el Principado tiene una política de fiscalidad baja, que se refleja en los precios: pagas un impuesto de solo el 4,5 % mientras que en España es el 21% de IVA. 

El otro punto fuerte de Andorra es su amplia oferta gastronómica (el motivo que nos ha traído hasta aquí), heredera de una tradición secular vinculada a los aromas y sabores de alta montaña, a los productos autóctonos de la zona y de temporada, con una gran variedad de restaurantes de nivel.   

Cómo llegar al Principado

Lo más fácil para llegar a este país pirenaico es en coche o en avión. Desde Madrid puedes hacerlo en la aerolínea Air Nostrum, que opera la ruta Andorra-La Seu d’Urgell y te plantas en apenas 1 hora y 20minutos. Nosotros elegimos salir en coche desde Barcelona, y después de 2 horas y 30 minutos de carretera llegamos al Hotel Serras 5*, lugar donde nos hospedamos en nuestra estancia en el Principado. Este establecimiento, situado en pleno corazón del Valle de Incles (Crta Gral 2, Incles, Soldeu), a 1800 metros de altitud, con la foto de postal como principal testigo de las magníficas montañas nevadas de Grandvalira.

Una histórica fachada de piedra y madera da paso a un interior completamente renovado, acogedor y moderno, en el que destacan su espléndida terraza y su restaurante Bruna. Es un espacio gastronómico informal, estiloso pero casual, donde su chef michelin, Marc Gascón, ofrece una cocina honesta y natural que homenajea al producto local y a la cocina de alta montaña. Sobresalen los canelones de rustido con bechamel de foie, jugo de asado y trufa; el arroz negro con sepia, rape y alioli de anchoa; el steak tartar de filete de vaca del Pirineo cortado al cuchillo sobre tuétano a la brasa; o la escudella con carn d’olla y sus galets.

Restaurante Bruna.

El único restaurante que brilla con estrella Michelin en Andorra 

Como nos encontramos en Soldeu, aprovechamos la mañana para hacer una excursión por el entorno de las montañas de Grandvalira y, al acabar, nos dirigimos al restaurante Ibaya, el único en Andorra con una estrella Michelin, ubicado en el Sport Hotel Hermitage & Spa 5*.

Su chef, Francis Paniego, propone una cocina cargada de identidad y buen gusto en sus dos menús degustación, que va cambiando según temporada (Tierra 7 ideas o Tierra 11 ideas). Algunos de los platos estrellas son: espárragos verdes con caviar imperial y mahonesa de perrechicos; croquetas de Echaurren; albóndiga fluida sobre cremoso de aligot; o la tosta templada de idiazábal, manzana y helado de leche agria.

Una de las mejores formas de vivir la capital andorrana es a través de sus restaurantes

Para descubrir a fondo Andorra la Vella no hay nada mejor que dejarse llevar por sus calles. Y uno de los mejores planes para acercarse a su espíritu es recorrer a píe la popular avenida de Meritxell. En esta arteria encontrarás todo lo que buscas en sus 10 kilómetros de calles de tiendas y centros comerciales. Y, si te apetece descubrir joyas con encanto, nada como una visita al casco antiguo, que tiene una marcada personalidad histórica y cultural.

Aquí se encuentra La Casa de la Vall, del siglo XVI, antigua sede del Parlamento andorrano, que tiene sus orígenes en la organización del Consell de la Terra, de 1419, y que está considerado como uno de los parlamentos más antiguos de Europa. En esta zona llama también la atención la Iglesia de Sant Esteve, que data del siglo XII, un edificio de origen románico (El Principado cuenta con nada menos que 44 iglesias románicas) o una antigua mazmorra medieval. El casco antiguo es a su vez parada obligatoria para todo amante de la gastronomía, con una oferta de calidad y muy variada. A través de sus calles adoquinadas llegas a MINIM’S, un restaurante con encanto, pequeñito y muy acogedor, que prioriza las recetas andorranas muy bien elaborada con un planteamiento original que satisface enormemente al cliente. Entre sus platos destacan los caracoles a la andorrana; el carpaccio de buey y queso Tou dels til-lers; o la falda de ternera de Andorra guisada a las 7 horas.   

Siguiendo en el casco antiguo nos encontramos con el restaurante El Crostó, un espacio íntimo, con la decoración de un bistró de montaña. Las cocinas mediterránea y española forman parte de su carta, en la que sobresalen platos como los raviolis de foie; el carpaccio de melón con jamón ibérico: o su sabroso cordero o buey.

Can Manel es todo un signo de identidad de Andorra la Vella que no te puedes perder, ya que ofrece una alta cocina de montaña. Dispone de una sala abierta y dividida en tres espacios amplios y acogedores con vistas a la cocina. Su chef y propietario, Carles Flinch, ha conseguido combinar tradición e innovación con el producto de proximidad y de temporada como gran protagonista. Excelentes carnes de caza, civets, cordero, “voulets”, rissotos…

Diamant Espai Gastronòmic, conocido como el espacio gastronómico de Andorra La Vella, del chef Nandu Jubany, es un establecimiento boutique donde puedes, si lo deseas, llevarte a casa lo que comes en la mesa. Hay que probar los canelones de Nandu trufados; los erizos de mar al natural, gratinados con caviar; la costilla de cerdo Duroc lacado con miel y soja; o su famoso postre Oblea Diamant, elaborado con galleta y helado de queso y nocilla. 

Uno de los secretos mejor guardados en Andorra la Vella es Celler d’en Toni, un restaurante que combina creatividad y sabores tradicionales de la tierra. Encontrarás una carta de producto con carnes de la zona y pescados frescos que llegan cada día. Hay que probar los canelones del Celler; la paletilla de cabrito cocinada a baja temperatura; o su exquisito tartar de gamba roja y caviar de trucha con brioix.

Una cita en las alturas

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Finalizamos nuestro viaje en Arinsal, a los pies del Parque natural del Comapedrosa, La Massana. Nos hemos puesto las botas de nieve para subir a 1.250 metros de altura, donde se ubica el restaurante El Moli dels Fanals, una casa rústica de piedra del siglo XIX con una cocina tradicional y de calidad. Cuenta con una amplia terraza en la que se puede degustar una gran variedad de tapas, aperitivos y vermuts. Una mezcla de sabores variados, cuya guinda en su mejor versión se refleja en las carnes a la brasa, el arroz de montaña, los caracoles a la llauna (en temporada) y las croquetas caseras. Merece especial atención el carrito de postres caseros al estilo de los buenos restaurantes de antaño.