Comer, que divino y complejo tesoro.
Comer no es una única acción, sino que conlleva hacer la compra, cocinar, ingerir y disfrutar, todo un proceso digno de un máster. Por ello, -y para hacernos la vida un poquito más fácil- en el envase de los alimentos tenemos todo lo que necesitamos, la información nutricional del alimento. Esto puede ayudarnos a seleccionar los ingredientes que queremos comprar y cómo estos afectarán a nuestra dieta.
¿Qué debemos mirar en la etiqueta?
-Las calorías, pero no debemos obsesionarnos con estas ya que son importantes para el cuerpo (son nuestro aporte energético). Aún así un exceso diario de forma continuada en nuestra dieta puede generar sobrepeso y un incremento de riesgo cardiovascular.
-Los azúcares: el consumo excesivo de estos puede llegar a transformarse en grasa en el hígado, empeorando así la salud cardiovascular. Aquellos que contienen menos de 5 mg de azúcar, esos son los bajos en azúcares.
-El sodio (sal): cuanto más tenga, más puede aumentar la tensión de las arterías. Que un producto sea bajo en sodio significa que contiene menos de 0,12 gramos de sodio por cada 100.
-La fibra: importantísima, ya que ayuda a reducir la absorción del colesterol. Serán ricos en fibra todos aquellos alimentos que por cada 100 gr. contengan un mínimo de 6 gramos.
-Las grasas, el gran enemigo de la operación bikini. Este factor representa la cantidad y el tipo de grasa que contiene el alimento. Las que son de tipo poliinsaturadas (aguacate, aceite de oliva…) son positivas para el organismo. En cambio las saturadas pueden generar aumento en los niveles de colesterol. Se considera bajo en grasa los que tienen menos de 3gr. en los alimentos sólidos y 1,5 en los líquidos (por cada 100 gr. o ml.)