La casa de veraneo de Adolfo Suárez, el primer presidente de la democracia española, ha abierto sus puertas al público reconvertida en un hotel boutique cinco estrellas en el que degustar el gran esmero culinario de la chef portuguesa Alexandra Marthino. A los pies de la muralla de Ávila, el edificio, que todavía conserva la estructura original de los 70 y el despacho de Adolfo Suárez prácticamente intacto, fue concebido como un retiro del mundo en el que se hacía notar el cariño, la intimidad y el relax. Una filosofía que aún hoy permanece en sus detalles, en su esmerado servicio y en su propuesta gastronómica.
Sus desayunos caseros están conformados por zumos naturales, café recién hecho, mermeladas artesanas, embutidos locales, quesos de la sierra de Gredos y del valle del Tiétar, yogures naturales y panes artesanos de masa madre. Marthino ha sido la encargada de diseñar una sencilla carta de platos para la cena, enfocados a la materia prima, entre los que se incluyen los mejillones de las Rías Baixas acompañados con chips de verduras, el tomate rosa con ventresca de bonito del Cantábrico, jamón ibérico de bellota de Guijuelo, foie de pato de Soria, sardinas marinadas de Santoña, corazones de alcachofa con quinoa y espinacas o tacos mexicanos de bacalao, guacamole y pimientos rojos. Una propuesta culinaria que termina maridándose con vinos de la zona de Cebreros, El Tiemblo y El Barraco.