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Los efectos del cambio climático están impactando negativamente en la producción cítricos, sumiendo en una realidad distópica el escenario agrícola; de la mano de especulación del mercado constante, y de inflación debido a la escasez y la erosión del terreno. Un paradigma que tiene consecuencias directas en la disponibilidad de alimentos en el supermercado.
Más allá de la subida exponencial del valor del aceite de oliva, la sociedad se ve sumida ahora en otra crisis de producto, como es el de la producción de cítricos en general, y a la de naranjas en particular, por esa inestabilidad del clima en la tierra, una plaga que acecha la cosecha global.
Los precios del zumo de naranja se disparan a niveles desorbitados, con máximos históricos desde 19666. De hecho, en dos años se han triplicado en el mercado internacional, revalorizándose a causa de la dificultad de producir acechada por la emergencia climática provocada por El Niño y los huracanes que han empobrecido sus cosechas.
La producción de los principales exportadores como Florida, disminuye en un 70% sus cajas de naranja que en la temporada de 2020, mientras otros como México y Brasil reducen sus previsiones para el año alegando por las dificultades en las cosechas debido al clima más elevado.
La difusión de la plaga
A todo ello se ha sumado la invasión de una plaga que afecta la calidad del fruto. Un desafío en versión extrema que amenaza con extenderse desde América hasta África y Europa llamado Candidatus Liberibacter, responsable de una enfermedad bacteriana conocida como Huanglongbing (HLB), la patología más destructiva de los cítricos en el mundo, que deriva en la muerte de millones de árboles.
El HLB está presente en los cinco países principales productores de cítricos como China, así como en España, sexto país productor mundial de cítricos, que está igualmente amenazado por esta bacteria que, de momento, está expandiéndose por el norte de España. En concreto, la Trioza erytreae, el insecto vector de la cepa africana más benévola de la enfermedad.