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Con el fin de paliar la crisis financiera del sector vinícola en Francia, su Ministro de Agricultura, Marc Fesneau, ha anunciado la implementación de un aumento presupuestario superior a los casi 173 millones que se habían asignado anteriormente para la eliminación de unos 250 millones de litros de vino.
Cambio de tendencia
Esta necesidad de apoyo gubernamental se debe a las dificultades a las que se enfrenta la industria vinícola francesa, tras la disminución de la demanda de los consumidores ocasionada por varios factores. Entre ellos, la pandemia y el declive en el consumo de alcohol en el país, que no ha dejado de mermar desde los años 70, cuando el gobierno empezó a poner en marcha campañas sociales que advertían de los efectos negativos del consumo de alcohol para la salud.
El aumento de los hogares monoparentales y la disminución del consumo de carne roja, con la que se suele maridar el vino tinto, se convierten también en motivos que han adentrado al sector en una fase de plena decadencia.
Este giro espirituoso del consumo decantado por la cerveza y otros licores, dejando el vino en un segundo plano, ha llevado así al gobierno francés a actuar, pidiendo a los vinicultores a adaptar su producción a los cambios en la demanda; destinando dinero a reducir la cantidad de uva que se produce y a manipular los viñedos para que empiecen a cultivar aceitunas. En este sentido, más de 23.000 acres de viñas de uva en Burdeos serán destruidas y reutilizadas con el fin de redefinir el futuro del sector vinícola francés.