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Una encuesta, realizada por Buzzfeed, reveló que el 84% de los amantes de las patatas fritas optan por el kétchup como salsa para mojar. Aún así, el kétchup que conocemos a día de hoy no tiene nada que ver con el de sus orígenes. Éste sufrió muchos cambios antes de adaptarse al sabor de las patatas fritas. Hablemos de la evolución de este condimento mágico.
LOS ORÍGENES DEL KÉTCHUP
El kétchup existe desde hace siglos, pero en una forma completamente distinta. Todo empezó con una elaboración primigenia creada en el sur de China el año 300 a.C., no a base de tomate, si no de pescado encurtido con soja y productos de desecho sobrantes de la matanza de la carne.
La salsa roja a base de tomate no apareció hasta casi un siglo después, a principios del siglo XX: momento clave en el que empezó a expandirse por las mesas y los frigoríficos de todo el mundo. Pero, ¿quién fue exactamente su ideólogo o artífice? Existen dos historias divergentes sobre cómo surgió la salsa. Una sostiene que fue el científico James Mease que creó la salsa en 1812, según la Sociedad Histórica de Nueva Inglaterra. La otra versión defiende que fue H.J. Heinz quien la inventó tras explorar el mundo de los tarros de cristal en la cocina de su madre.
Y es que, sean verídicas o no esas teorías, lo que si es cierto que la marca Heinz fue la que realmente popularizó y eternizó en el imaginario colectivo el kétchup, así como su eterno vínculo con las patatas fritas. Una moda que tuvo su apogeo en la década de 1940 gracias al auge de los locales de fast food y los dinners en Estados Unidos, en los que se empezaron a ofrecer de manera conjunta para hechizar a los clientes a través de esa fascinante combinación. Heinz fue así la primera marca en popularizar el kétchup, y en transformar y mejorar su receta para el futuro, expandiendo toda su influencia alrededor del mundo.