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La exclusividad y la belleza que encarna esta ave la han convertido en una especie rara y elitista, reservada a las mesas de la alta sociedad a lo largo de la historia.
Asesinar a este hermoso animal ha sido considerado tabú durante mucho tiempo. De hecho, en la era actual lo sigue siendo en gran parte del mundo. Pero no siempre ha sido así. Comer carne de cisne era una opción al alcance de la realeza, de los privilegiados que podían poseerlos como un símbolo de estatus que se remonta al siglo X. Incluso existía una ley británica que restringía a los cisnes como propiedad exclusiva de la Familia Real.
¿Quién puede comer cisne?
Según recoge Architectural Digest, en 1247 el rey Enrique III se dio un festín con 40 cisnes en la cena de Navidad. Su consumo se encumbró como una tradición que continuó en el siglo XVI como parte esencial de los banquete de las cortes de Enrique VIII e Isabel I.
Ese plato privilegiado se transformó y expandió a otros terrenos, como el cinematográfico. Si has tenido la oportunidad de ver la serie FX Feud ‘Capote vs. The Swans’, habrás podido seguir al mismísimo Truman comiéndose un cisne de verdad que su chef roba de Central Park para cocinárselo.
Comer carne de cisne es, por lo tanto, tan controvertido porque históricamente ha sido considerado un alimento prohibido reservado a la corona. Uno que, con el paso del tiempo ha ido legalizándose en algunos estados en los que está permitido cazar el animal: Alaska, Utah, Nevada, Carolina del Norte, Virginia, Delaware, Dakota del Norte, Dakota del Sur, Montana e Idaho. Sin embargo, la caza de cisnes está prohibida en muchos otros estados, incluido Nueva York. De hecho, también es ilegal en el Reino Unido, incluso ahora para la familia real, ya que se trata de una especie protegida.