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Del dicho ‘somos lo que comemos’ llegaría uno similar: ‘sentimos lo que comemos’, como una conexión emocional establecida entre la comida y el estado anímico que ahora explora el departamento universitario de ‘Behavior & Brain Lab‘ junto a Unione Italiana Food.
El estudio se sumergió en los mecanismos anímicos y neurofisiológicos subyacentes a la alegría suscitada en el acto de comer pasta a través de métodos de rastreo cerebral de reacciones de un elenco conformado por 40 sujetos de entre 25 y 55 años.
Los resultados de la investigación vislumbraron que la pasta desencadena un potente y duradero estado emocional-cognitivo positivo, superior a la alegría inducida por actividades favoritas como escuchar música o ver deportes.
Analizando los hábitos de consumo, el estudio descubrió que los individuos asocian el consumo de pasta con la felicidad compartida junto a familia y amigos. Un estado eufórico legitimado a través de datos científicos: aproximadamente el 40% de los participantes consideró que la pasta era un alimento reconfortante asociado directamente a la felicidad.
Y es que, los hidratos de carbono de la pasta estimulan las endorfinas, asegurando una ingesta suficiente de triptófano para regular el estado de ánimo y aportando vitaminas B esenciales para la relajación muscular y la producción de serotonina. ‘La pasta y la felicidad son inseparables’, sentencia el profesor Vincenzo Russo, fundador del Neuromarketing Behavior & Brain Lab IULM.