Nombres propios

Picando pedreta

Adri y Javi (‘La Picaeta’) charlaron con ‘Tapas’ en La Gildería (Madrid) el 18 de septiembre. Foto: David Ruiz

Javi Cirujeda (Zaragoza, 1988), y Adri Alcaide (Valencia, 1994) son publicistas. Como mentes creativas y con mucha soltura en lo de entretener, se les ocurrió llevar estas habilidades a un terreno, la gastronomía, del que disfrutaban, pero no eran expertos. El resultado fue La Picaeta, un podcast de gastronomía que nació hace tres años y arranca este mes su cuarta temporada. Se embarcaron en esto para divertirse, aprender y entretenerse ellos. Pero han acabado divirtiendo, enseñando y entreteniéndonos a los demás. Quedamos con ellos en La Gildería (Trafalgar, 15. Madrid) en plena resaca de su gala de Las Gildas de Oro.

¿Qué es La Picaeta?

Javi: Nos gusta decir que es un magazine. Tenemos secciones, música, entrevistas… Adri: Es casi un programa de variedades.

¿Qué sería el glutamato de La Picaeta?

A: Lo que engancha es que hemos hablado de gastronomía, que era algo bastante estanco y casposo, desde una óptica más divertida. Sin miedo a decir que no tenemos ni idea de muchas cosas. J: Tratar la gastronomía tanto para el que le gusta la alta gastronomía como para el que no. Y hacer que la gastronomía también se acerque al pueblo llano. Imaginad que podéis hacer una mezcla muy loca de gente para invitarles a comer.

¿A quiénes juntaríais?

J: A Francis Paniego y Samantha Hudson. A: Sería increíble. Compro.

¿Qué les pondríais de comer?

J: A mí me encanta la paella. El valenciano es Adri, pero al que le gusta la paella es a mí. Les invitaría a paella porque es algo que propicia una buena sobremesa. A: Sin duda algo de comer al centro, y la paella se come sin plato. Es algo que une mogollón.

¿Qué plato seríais cada uno de La Picaeta?

A: Tengo claro que yo sería una hamburguesa. Soy muy fan. Ramón Valverde sería algo muy castizo, casquería o huevos rotos con jamón. J: Rocío Benito, algo antiguo pero moderno. A: Un steak tartar, aunque también es de gilda, chacinas… Y Javi sería jamón con chorreras. J: Oh, qué rico, sí. Un jamón con chorreras de Casa Juanico, de Zaragoza.

Las Gildas de Oro. ¿Cómo surge esa idea de gala disparatada?

J: Surge como una coña. El primer año del podcast comentamos canciones de verano. Por ejemplo, Baila, morena, y hablábamos de dónde comer morena frita en Cádiz. El año pasado pensamos que había que hacer algo distinto y se nos ocurrió hacer unos premios. Entonces hicimos unos premios de nuestro propio podcast, que dijimos “esto es lamentable”. Lanzamos una encuesta, sacamos a los ganadores y les pedimos que nos enviasen un audio como si estuviesen recogiendo un premio. Todo el mundo accedió. Chicote mandando audios; Aduriz mandando audios… Una locura. Lo monté como si fuese una gala y hubiese una alfombra roja, metí a Lidia Lozano de un photocall y mi madre se pensó que era de verdad. Un día me dijo: “He visto por la tele a tu amiga”. Y como el año pasado hicimos eso, pensamos que este año había que hacerlo, pero de verdad.

¿Qué no puede faltar en una picaeta de La Picaeta?

J: Gildas y fuet. No tomo nunca fuet en casa, porque me lo como, pero cuando salgo con amigos o de vacaciones, no falta. A: Es el capricho imprescindible.

¿Qué os ha sorprendido, para bien o para mal, de la gastronomía?

J: Para bien, Chicote. De las personas que mejor se han portado con nosotros ha sido él. Para mal, el caviar. No le pillo el punto, me parece una sal cara.

¿Tuvisteis algún momento catapulta?

A: Ha sido todo muy progresivo, pero es cierto que cuando vino Chicote hubo una subida muy grande de views. J: Yo diría que ha habido como tres momentos: cuando hicimos Madrid Fusión, Chicote y Juanjo, de La Tasquita.

¿Os sentís identificados con vuestra generación en la forma de entender la gastronomía?

A: Yo 100% no. Supongo que el conocimiento también te hace percibir las cosas de manera diferente. Como tampoco la entiendo igual ahora que cuando empezamos. Gente como Claudia Polo me ha hecho que abra la óptica… y creo que, si no estás en el círculo, mi generación no tiene esa visión. Falta que sea más didáctico para el público mayoritario. J: Sí que pienso como Adri que estoy un poco alejado, pero noto que hay mucho interés en la gastronomía. Los jóvenes, si tienen unos pocos ahorros, te dicen que les gustaría ir a un estrella Michelin. Esto nuestros padres no lo habían dicho nunca y ya existían los Michelin. La gastronomía está de moda.

Tampoco comunicáis como alguien de menos de 30.

J: Nuestro público medio es gente de unos 35-40 años. Pero metiendo a Rocío, que te habla de vinos de Bad Gyal, y a Rosa Tovar, que habla de cocina hispanoárabe. Somos como las series de televisión, que ponen a todas las generaciones para enganchar a todo el espectro. Somos los Serrano de la gastronomía.

¿Alguna vez habéis hecho La Picaeta mosqueados?

J: No, es que no hemos ganado todavía mucho dinero. A: Javi es el que tira del carro y mi postura ha sido estar muy agradecido por todo lo que hace, ponérselo fácil, serle de ayuda y no ser un estorbo. Y reírme de todos los chistes malos que hace, se lo ha ganado.

¿Tenéis síndrome del impostor?

A: A mí me pasó en el Basque [Adri entró este año en la lista de los 100 jóvenes talentos del Basque Culinary Center]. Porque allí había gente que estaba fermentando cosas en Copenhague, había químicos [ríen]. Sabemos hacer entretenimiento, pero no somos periodistas ni vamos de eso.

¿Qué cenásteis anoche?

A: Ayer tuvimos una cita romántica en La lonja del mar para celebrar el éxito de Las Gildas de Oro. J: Cenamos rape, ostras, gamba con caldo…