Hacer terapia con Patri Psicóloga (Zaragoza, 1971) es algo que todos deberíamos probar al menos una vez en la vida, sobre todo si tienes la oportunidad de compartir con ella durante la sesión una auténtica pizza napolitana que, por cierto, ella misma ha elaborado con la ayuda de Giuseppe de Biase, pizzaiolo de NAP. Hablamos de comida, pero también de salud, de ese taller de lectura que acaba de celebrar su primer aniversario y, por supuesto, de la obra de teatro que el 11 de enero la llevará a llenar de nuevo el teatro Cofidis Alcázar de Madrid.
Psicóloga, conferenciante, escritora… y también runner empedernida. ¿Qué te empuja a salir cada mañana con esa sonrisa y esas ganas?
Lo que me empuja a ir al gimnasio y salir a correr es el bienestar emocional que me genera luego. El deporte me proporciona un estado de relajación y una gran sensación de placer, además de ordenarme la cabeza. Cuando salgo de entrenar noto enseguida que me siento muy a gusto. Y te garantizo que salir a las 6 de la mañana con el cierzo, cuesta, pero no lo pienso.
De vez en cuando también te da por tu faceta pizzera. ¿En qué piensas cuando estás con el rodillo dale que te pego?
Pues me pasa algo parecido a lo que me ocurre con el ejercicio. Para mí, ambas actividades son como la meditación. Cuando las practico estoy plenamente enfocada en ellas, en el momento presente. Además, en la cocina suelo ser muy creativa, jamás sigo una receta paso a paso, me gusta dejarme llevar e incorporar aquellos ingredientes que más nos gustan en casa. Es algo que me genera placer a mí y a los míos. Para mí, cocinar es un acto de amor.
Pero no sólo de amor vive el hombre, también hay que vigilar la salud. ¿Cómo puede la comida mejorar la vida de las personas?
Si tú comes de una manera apropiada estás cuidando tu salud. Pero, además, comer es un acto social que invita a hablar, a compartir, a reír… En nuestro caso la cena es el momento más importante del día. Es cuando dejamos los móviles aparcados, ponemos algo de música chill out, encendemos las velas y disfrutamos de ese momento de intimidad y privacidad en familia alrededor de la comida.
Suena a ritual. Me sorprende que los más jóvenes de la casa se adapten tan bien a este plan.
Yo, por ejemplo, nunca he llevado a mis hijos, cuando eran pequeños, a sitios de comida rápida. Prefería llevarles a otro tipo de restaurantes a comer gambas, jamón… ¡O a un indio o a un japonés! Han aprendido a comer muchas cosas distintas y ven la gastronomía como algo cultural. Y cuando viajamos lo que intentamos es aprender juntos de esos lugares a través de su cocina.
De hecho antes solías cocinar mucho con tu hija, era fácil veros a las dos mano a mano entre fogones.
Sí, le encanta la cocina, pero ahora está en Polonia de Erasmus y hemos dejado de hacer estos videos. Al principio lo llevaba peor, porque estamos muy unidas, pero ahora la veo disfrutar tanto que estoy muy feliz por ella.
¿Cómo reaccionan ellos ante ese acto de amor que les muestras cada día a la hora de cenar?
Mis hijos son muy agradecidos, siempre tienen comentarios muy agradables para la cocinera. Y lo que suelo hacer por ellos, en época de exámenes, es prepararles pizzas, hamburguesas o guacamole. Así tienen un incentivo después de estar todo el día estudiando. En general, cocino en función del estado anímico que hay en mi casa.
Me da que, siendo tan casera, te prodigarás poco por bares y restaurantes.
No te creas, los fines de semana me gusta ir a probar cosas distintas. Generalmente, me gustan los sitios tranquilos y con una luz tenue, estas dos cosas para mí son muy importantes. Y en cuanto a los gustos nos encanta conocer sitios nuevos, ya sea un italiano, un indio, un libanés,… Pero, ojo, que para mí un buen pincho de tortilla es lo mejor que hay.
Volviendo a tu faceta como psicóloga, que paradójicamente es lo que te da de comer, ¿a veces te toca llevarte el trabajo a casa y hacer terapia con los tuyos?
Por supuesto, yo soy madre y psicóloga. Intento aplicar en casa las herramientas que están a nuestra disposición para mejorar las relaciones de pareja o con la familia. Si tengo que decirle a mi marido que algo me molesta, voy a intentar decírselo a través de la comunicación no violenta. Y con mis hijos soy súper permisiva, no les grito jamás y les dejo hacer lo que quieran. Procuro no estar nada encima y dejar que se equivoquen.
«Cocino en función del estado de anímico que hay en mi casa»
¿Y cómo se te ocurrió lo de embarcarte con Rafa Blanca en esa obra de teatro sobre la ansiedad que te está llevando a recorrer todo el país?
Pues resulta que estábamos haciendo otra obra antes de la pandemia, de la que Rafa era el director, que se tuvo que suspender. En ese momento se lo propuse, empezamos a escribir el guion y así nació La ansiedad no mata, pero fatiga. Y la verdad es que estamos muy contentos con la acogida que está teniendo. Ahora estamos trabajando en una nueva obra con Pere Estupinyà y en ella hablaremos de sexo en clave de humor.
Siempre es más fácil llegar a la gente con unas risas de por medio.
Cuando divulgas desde el humor y lo teatralizas, la gente se siente identificada con lo que está viendo. No son conscientes de que están haciendo una terapia en grupo, pero realmente se van con una serie de herramientas para poder manejar el tema que estamos abordando.
¿Por qué insistes tanto en eso de comer con serenidad? ¿Realmente es tan importante?
Empecé a trabajar en estos talleres mucho antes de la pandemia porque muchas personas que trataba utilizaban la comida como un parche para calmar la ansiedad, es una dinámica que consiste en comer compulsivamente para gestionar una emoción. Y también hay quien va saltando de una dieta a otra en lugar de pararse y hacer lo que esté en su mano para aprender a comer: cocinando alimentos saludables, comiendo con atención plena y meditando antes de abrir la nevera.
También has sacado tiempo para montar un club de lectura. ¿Cómo?
Pues todo surgió el año pasado, un día que llegué agotada a casa. Me di cuenta de que había dejado de leer, que siempre había sido algo que me había encantado. Así que decidí montar este club de lectura para obligarme a leer un libro al mes. Poco después me escribió Alejandro Palomas para decirme que él sería el primer autor en participar y la verdad es que el directo que hicimos resultó ser un éxito. Y desde entonces me envían propuestas desde varias editoriales. Ya han pasado por el club en este primer año escritores como Eva García Sánez de Urturi, Rosa Montero, Juan José Millás o Rodrigo Cortés.