Opinión Salvador Sostres

Nespresso, chocolate blanco y fresa

Lo que nos gusta de Apple o de Nespresso no es la tecnología sino que sea fácil y bonito. Antes del iPhone existían móviles que podían hacer fotos y tenían conexión a internet y reproductor de música. Pero todo era difícil, impreciso, marrullero. Máquinas de hacer café han existido siempre. Steve Jobs no hizo, por lo menos con el iPhone, una revolución tecnológica sino estética, que redundó en nuestra alegría y nuestro bienestar. En nuestro tacto. La importancia de la textura para hacernos felices.

Nespresso es este mismo placer estético. El placer de ver la máquina en tu cocina, el placer de ver las cápsulas y el placer del sonido cuando caen en el frasco -también de Nespresso- en que las guardo al hacerlas caer del tubo. Nespresso está hecho para gustarnos y por supuesto el café es bueno, suficientemente bueno para aguantar el relato principal de la marca, que no es el producto sino los colores, las formas y las texturas a través de las que nos causa la alegría de que esté en nuestra vida.

En la línea de este placer está una edición especial llamada Chocolate blanco y fresa, hay que decir que altamente descriptiva del café que te encuentras. Probablemente los más cafeteros lo considerarán una herejía, pero yo que he venido el mundo a dejarme seducir por los que lo intentan con gracia y con talento, he sucumbido, primero, al color de las cápsulas -círculos blancos y corales- y luego a este sabor remoto pero reconocible a chocolate blanco y fresa, como una golosina sin pecado; y sobre todo a la textura, una vez más la textura, sedosa y tan suave, que no parece café y que acompaña como una caricia las hermosas mañanas de invierno en los países cálidos.

Queremos que nos cuiden. Ya nada temo más -Gil de Biedma lo escribe copiando a Góngora- que mis cuidados. Queremos que las marcas comerciales, los restaurantes y los espectáculos se molesten en agradarnos. En agradarnos mucho y en tratarnos muy bien. Por supuesto la innovación es bienvenida, los milagros y las maravillas. Pero genios hay pocos y arte todavía menos. No digo que no creas en tus posibilidades pero si vas a poner algo en ondulación y no estás seguro de que vaya a cambiar el signo de los tiempos, procura por lo menos, como Apple o como Nespresso, ser amable.