Hay muchos “nachos canos” en Nacho Cano. Digamos que ha tenido siete vidas y ya ha gastado varias. Dos veces en el transcurso de la entrevista habla de sus huidas de sitios porque le iba la vida en ello, pero también ha sabido reciclarse, metafóricamente, en varias ocasiones para seguir haciendo lo que más le gusta: música. Después de triunfar –contra los pronósticos de los agoreros– con su musical Malinche, ahora lleva desde mediados de mayo dirigiendo artísticamente el teatro Pereira de Ibiza ciudad, donde está programando el dinner show Ibiza Hippie Heaven. Sabe de qué habla: tiene casa allí desde 1982…
He leído que “Malinche” te llevó más tiempo de lo que duró Mecano. ¿Cuánto tiempo te ha llevado “Ibiza Hippie Heaven”?
Hippie Heaven empecé a pensarlo en el 2005. Ese año, un amigo me dijo que en Ibiza había un teatro cerrado y me sugirió que les propusiera a los propietarios hacer algo, y así empecé a pensar en la historia. Desde hace todos esos años han pasado muchas cosas: cambios de propietarios, las obras de remodelación y reapertura del teatro, etc. Pedro Matute Barceló y su familia se hicieron con la propiedad y es con los que he estado trabajando en los últimos cinco años. Pero Hippie Heaven no es un musical: es una cena espectáculo con música en directo. Es un formato mucho más participativo, en el que cada noche de la semana es distinta. La interacción con el público, con las distintas comunidades que conforman el universo de Ibiza, es constante.
Yo siempre digo que hay tres ciudades cosmopolitas en el mundo, que son Londres, Nueva York e Ibiza. Son realmente cosmopolitas, en las que túentrasenunbaryel dueño es alemán o neerlandés o argentino. Vienen de vacaciones y se terminan quedando.
Si no es un musical propiamente dicho, ¿en qué consiste?
Ibiza Hippie Heaven es distinto todas las noches. Hay una noche “torera”, que es la más española; “Moloko” es la más británica, hay otra italiana (“Muerte en Venecia”), otra francesa (“Brigitte and Alain”)… Todo está ambientado según la noche: el vestuario, los cócteles… Pero hay un núcleo en el centro del espectáculo que te cuenta un poco la historia de Ibiza y por qué es distinta, no solo de las demás islas, sino de cualquier centro vacacional del mundo. Los hippies que vinieron acá desde Estados Unidos eran los que no querían hacer la guerra de Vietnam y se escaparon, y hacemos un recorrido histórico con todo lo que ha ido pasando por aquí, desde la moda de Ibiza a
la música dance –con los Bee Gees–, pasando por la “invención” del tecno y el momento en el que los DJ pasaron de ser los que estaban debajo de la escalera a ser las estrellas de la noche y a ganar cifras astronómicas, que fue con David Guetta y su canción “I Gotta Feeling”. La historia de la isla es muy, muy larga y muy sustanciosa.
¿Y has creado composiciones nuevas?
Es que los temas no son míos: son los que fueron creando la banda sonora de aquellos momentos y el hilo conductor lo alteramos mucho dependiendo de quién entra esa noche. Por eso digo que no es un musical: es, más bien, una obra de variedades que tiene que ver con el teatro y la interactuación con el público. Cada día nombramos a “la estrella de la noche” a la que persona que mejor baila y le damos un premio.
¿Y qué descubriste tú en Ibiza?
Yo descubrí Ibiza en un concierto de Mecano en 1982, en el Ku, cuando Ku era, básicamente, una piscina con un escenario y una grada para 300 personas. Y cuando vi el ambiente que había me dije que yo tenía que poner aquí mi impronta. En el puerto se estaba empezando a hacer el edificio “Mediterráneo” y recuerdo que entré al solar y había un señor en una caseta, Mónico del Campo, que me enseñó un plano y le dije: “pues ponme dos”.
¿Sigues teniendo esas casas?
Yo viví ahí hasta finales de los años 90, cuando decidí que me tenía que ir de aquí o me iba a morir, porque estaba a 100 metros de Pachá. Lo dejé y me busqué una cosa en el norte, que es, para mí, la joya de la isla, en plena naturaleza. Así que llevo viniendo a la isla 42 años ininterrumpidamente.
Que “Ibiza Hippie Heaven” sea una cena espectáculo viene muy bien como excusa para nuestra revista…
El cocinero es Emiliano Cruceli. ¡Y la comida que ofrecemos es muy buena! Y está pensada para que te permita cantar, levantarte, bailar, etc. Yo quería que todo fuera muy interactivo, que el público no estuviera estático y lo que ha hecho Emiliano me ha sorprendido. Todo lo
ha pensado para que sea fácil y divertido. ¡Hasta la cubertería! Ahora estamos preparando el primer brunch de la historia de Ibiza, los sábados, con pases a las 12, a las 13 ya las 14, con una carta muy americana, muy rock, un brunch de Brooklyn, con varios tipos de hamburguesas, hot dog y nachos.
¿Qué es lo que más te gusta comer a ti?
A mí me gusta comer de todo. He vivido en muchos países y hay una cosa que me fastidia y es que en todos los sitios hay restaurantes de cocina japonesa, de cocina, china, italiana, americana… pero nosotros no hemos sabido tener un restaurante español en cada esquina, como tienen los mexicanos, por ejemplo. A mí me encanta la comida española, toda me gusta, incluidos los platos de cuchara, como las que te hacía tu madre, que yo, por suerte, la sigo teniendo.
¿Y se te da bien cocinar o nunca lo has hecho?
A mí se me da bien, porque hubo una época, la de “Madrid me mata”, que me tuve que marchar
de allí. Me compré una casa en un pueblecito de la Alpujarra, Capilerilla, de doce habitantes, más arriba de Pitres. Y aprendí a cocinar porque Madrid me mataba literalmente: de los cinco que éramos en mi primer grupo sólo quedo yo. Desde entonces cocino razonablemente bien y hago muchas cosas al vapor.