La editorial Pepitas de Calabaza acaba de publicar Hay más cuernos en un buenas noches, una recopilación de artículos del columnista y escritor Manuel Jabois (Sanxenxo, 1978), titulada como una de sus más celebradas columnas en El País, que publicó en enero de 2019 y en la que hablaba de un amigo suyo que no paraba de escribirse por WhatsApp con una amiga con la que, sin embargo, no se acostaba, “porque respetaba a su novia”.
Con el verano ya encima, Jabois nos cuenta ahora cómo le pone los cuernos a su Sanxenxo natal con la vecina San Vicente do Mar, donde encuentra la tranquilidad del que le ha privado el crecimiento desaforado del pueblo en el que sigue abierto el hotelito de veinte habitaciones de sus padres.
La Costa da Morte estaba muy presente en tu última novela, “Miss Marte”. ¿Es también tu lugar favorito de vacaciones?
La Costa da Morte me gusta mucho y me alucina toda la historia que tiene y todo lo que implica un lugar que se llama Costa da Morte, que fue bautizado así por los ingleses, Coast of Death, por todos los naufragios que ahí habían sufrido, y que también hemos sufrido los gallegos y los españoles. Efectivamente, “Miss Marte” está ambientada ahí, pero mis vacaciones y mi lugar turístico de referencia siempre han sido las Rías Baixas. Yo soy de Sanxenxo y desde hace unos diez años veraneo en San Vicente do Mar, que es un lugar de la península de O Grove.
¿Qué significa para ti “veranear”?
Veranear es, para mí, mi tiempo libre. Nací a cien metros de la playa y quiero playa, quiero sol, quiero terraza y quiero amigos. Al final, donde estén tus amigos es donde está tu sitio de veraneo. Cuando voy a Galicia en invierno, para estar con mi hijo, voy a Sanxenxo, pero cuando no tengo que escribir ni trabajar, desde finales de julio o principios de agosto, alquilo en San Vicente do Mar, que está al oeste de la península en la que está O Grove.
No tiene ni muchos restaurantes ni muchos pubs, pero hay muchas playas, todas fabulosas. Alrededor del Náutico de San Vicente se ha generado un ambiente muy chulo y en verano hay unos carteles de conciertos asombrosos, de artistas que son amigos del dueño del Náutico, Miguel de la Cierva, y por ahí han pasado Iván Ferreiro, Xoel López, Leiva, ¡Vetusta Morla!, que han tocado para doscientas personas, en un ambiente familiar…
¿No hay peligro de que se masifique?
Es un lugar en el que, al contrario de Sanxenxo, está prohibido construir a partir de determinada altura y se ha cuidado más el urbanismo. Últimamente sí ha empezado a llegar más gente, pero no creo que haya peligro de que crezca desmesuradamente como ha pasado en Sanxenxo. Yo he dejado de veranear y pasar mi tiempo de ocio en Sanxenxo porque hay colas para comer y colas para cenar; en San Vicente do Mar hay una paz distinta.
¿Y cómo descubriste el sitio? ¿Iba ahí tu familia cuando eras pequeño?
¡No! Ha sido por los amigos. Y eso que está al lado de mi casa, a menos de quince kilómetros… Lo conocía, pero como lugar oculto de veraneo donde pasar semanas, lo he descubierto hace pocos años. ¡No hay cajeros automáticos! Hasta hace poco era muy salvaje, y en el Náutico del que te he hablado, y que es el lugar de referencia de allí, el más conocido y famoso, no se podía pagar con tarjeta hasta que llegó la pandemia. Se vivía muy ochenteramente.
Imagino que tu infancia sentimental está unida a Sanxenxo.
Las horas que yo he pasado en la playa en Sanxenxo no las he pasado en ningún otro sitio. Desde que tenía un año hasta los 18. Pero los del pueblo no íbamos por la mañana, sino por la tarde. De hecho, de niño, pensaba que lo teníamos prohibido, para que pudieran ir los turistas. Pero era porque todos currábamos en los negocios de las familias. Teníamos diez u once años y echábamos una mano en los recados de la casa. De mis amigos, el que no tenía un bar tenía un hotel o un hostal. Mi familia tiene un hostal de veinte habitaciones que antes había sido un bar, el Hotel Rías Baixas, que está enfrente del hotel La Terraza, que es uno de los más emblemáticos y antiguos de Sanxenxo.
¿Cómo ha cambiado el turismo desde que tienes uso de razón?
Antes el trato era de familias que llevaban yendo veinte años al mismo hotel. Eso lo cuento en “Miss Marte”, que se establecían amistades con amigos que venían cada año con sus padres a pasar el verano entero, dos meses, y se iban en septiembre. Se marchaban y no sabías si los ibas a volver a ver en la vida. Me ha pasado mucho: pasar cuatro o cinco veranos de amistad a muerte con alguien y no volverle a ver. En esa época no había ni internet ni redes sociales. Si acaso, se dejaba un correo postal y había que escribir una carta y mandarla. Ahora, en cambio, la gente viene quince días o siete. O fines de semana sueltos.
Y ahora va “El Campechano”, el emérito…
Cuando los pueblos crecen de una forma tan exagerada tienen una desventaja muy grande y es que en invierno todas esas casas están vacías. Sanxenxo es un municipio de 18.000 habitantes y en el núcleo urbano hay muy poca población, no sé si mil o dos mil. Pero hay viviendas para 100.000… Y da una sensación de vacío muy grande. Ahí está atracado el yate de Amancio Ortega… y ahí tiene casa Mariano Rajoy. Y eso a la gente le gusta mucho: piensa que veranear en Sanxenxo es un signo de distinción: hay mucha gente que viene para decir que ha estado ahí, aunque sólo pueda estar tres días, porque los precios han subido.
¿Qué ha pasado? Que es el municipio con más banderas azules de toda España. Te puedo recitar diez o quince playas de Sanxenxo impresionantes, desde playas de dos kilómetros, como la de La Lanzada, a calas pequeñitas como la de Paxariñas. Pero también tiene mucha fama su noche: los fines de semana viene gente de toda Galicia a disfrutar de la noche, desde los años ochenta. Es un lugar “de culto” de playa y es un lugar “de culto” de movida nocturna.
¿Cuáles son los sitios que recomiendas para comer?
En San Vicente está Culler de Pau, que tiene dos estrellas Michelin, y en O Grove, la marisquería d’Berto. En Culler de Pau ya debe ser imposible encontrar sitio para este verano, porque está súper demandado. También te puedo decir, con un nivel similar, Casa Solla, en Poio. Estos son los sitios a los que intento ir en verano. No a los tres, a uno al menos (risas), porque son sitios en los que celebrar mucho, pero gastar también mucho.
Entre los sitios a los que voy más recurrentemente en San Vicente, El Pirata, O Seixeliño o Area de Cruz. En Sanxenxo, Taberna Villalustre, O Barco, Silgar, Casa Aurora y Marlima.