Mamen Mendizábal nunca se pone nerviosa. Asumió hace ya mucho tiempo que uno no puede vivir con nervios de lunes a viernes. Hay quien cuenta que algunas palabras se le atascaron en la SER cuando empezaba, al lado de Gabilondo, pero que pronto siguieron su camino hasta el micrófono sin que la audiencia se percatase de aquello. Tan bien funcionó la cosa que acabó pidiendo disculpas todos los días por las dificultades que encierra eso de compatibilizar el periodismo con la vida privada. Pero qué podía hacer. Son cosas del directo.
Hace un año, Enric González hablaba en este mismo plató de cuánto ha cambiado el periodismo en los últimos cuarenta años. ¿Cuáles son los ingredientes del periodismo actual?
Los ingredientes básicos se han mantenido a lo largo de estos años (y se mantendrán). Tienen que ver con contrastar la información, con la veracidad… con no correr para contar algo. Nosotros, que estamos en directo todas las tardes, hemos asumido que no tenemos por qué ser los primeros. Quiero que seamos los más creíbles por tener la mejor información. Pero no vas a conseguir mayor audiencia ni más espectadores por contarlo antes. Lo principal es cumplir las normas básicas del periodismo (contrastar, verificar, tener todas las fuentes para que esa información sea fiable y no tengas que desmentirla a los veinte minutos). Así que sí, creo que los ingredientes fundamentales siguen siendo los mismos. Por lo menos para mí lo son.
Creo que la inmediatez es el gran elemento que ha cambiado el periodismo. Y el tiempo dirá si para bien o para mal.
¿Estamos ante un nuevo modelo de periodismo?
Se ha producido un cambio de modelo, pero esa transformación es constante. Los modelos ya no son únicos. El periodismo y sus ‘normas’ no varían, pero sí la tecnología, los medios, la forma de comunicar. Todo eso se transforma. Vendrán otros medios, nos digitalizaremos más aún, … Pero el ‘periodismo, periodismo’ seguirá siendo igual.
¿España prefiere perder calidad informativa con tal de mantener la gratuidad?
A la gente en este país le cuesta pagar. De hecho, algunos periódicos que pusieron en marcha esas plataformas de pago se encontraron con una enorme catástrofe. No me compararía con otros países, porque tendemos a comparar ciertas cosas y nos olvidamos de otras. Sí creo que aquí cuesta pagar por la información, y tampoco me parece el mecanismo. Sobre todo cuando vivimos en un mundo en el que la información es libre (te llega a través del móvil, la consultas en Twitter,… ). Entonces, ¿por qué ibas a pagar por lo que ya tienes gratis? ¿Qué tiene que ofrecer un periódico, si hablamos del papel, que sea un plus para que tú quieras pagar? Bueno, esa es la reflexión que tendrá que hacer la prensa escrita si quiere que paguen por su contenido.
Y aún así, teniendo presente todo esto, parece que se prefiera el periodismo precocinado (30 segundos al microondas y listo).
En el tercer capítulo de scoop nos metemos de lleno en el escándalo de Facebook y las fake news. Investigando sobre ello, lo que todos los analistas nos decían es que resulta mucho más sencillo que te entre por los ojos una noticia falsa que una verdadera; las primeras van donde tú quieres ir, empatizando contigo en tu propia forma de ver el mundo. Si eres un fascista y ves una noticia falsa que es puro fascismo, dices “¿ves? Yo tenía razón”. Lo mismo sucede con un racista y con un machista. Los titulares en seguida te enganchan porque tienen que ver con tus instintos más básicos y te sientes identificado. Que estas noticias tengan el mismo nivel de credibilidad nos lleva a la necesidad de reflexionar. Un titular barato, sensacionalista y malicioso triunfa más que la información contrastada, consolidada y hecha por profesionales. El mecanismo de difusión hace que entre mejor, que sea perverso todo el circuito.
Cuando el entretenimiento gana posiciones, ¿la información se convierte en el segundo plato?
Yo es que creo que hay espacio para todo: para el entretenimiento y para la información. En algunas ocasiones no se tocan esos espacios y en otras sí. A veces es difícil separar lo que es espectáculo de lo que es información. Este es un debate permanente en televisión. La prensa no tiene ese problema; tienen el de cómo se titula (con más espectacularidad o un poco más de amarillismo). En nuestro debate informativo está que la imagen no haga trivial la información, pero provoque al mismo tiempo que el espectador se enganche. La televisión tiene mecanismos para hacer que cierta información sea de digestión más fácil. Pero no por ello pierde peso.
Crisis, intrusismo, nuevas fórmulas que no funcionan… Se le queda a uno mal sabor de boca.
Desde que entramos en la facultad, ya nos ponían el panorama muy negro. Siempre ha estado muy negro. Y siempre ha habido luz y trabajo.
¿Quién paga el pato?
Pues creo que nadie. Frente a toda esta amenaza, los periodistas también ejercemos de contrapoder. La capacidad de reacción del periodismo está viva, está en alerta y es eficaz. Podemos perder credibilidad, podemos perder espectadores, pero tenemos mecanismos para mantenernos como una referencia informativa y que la gente venga a nosotros cuando suceda algo. El interés por la información veraz hace que, si tu mantienes una línea de calidad, el espectador se fíe de ti y vuelva.
¿Y la cuenta?
La cuenta la pagarán los mediocres, los falsarios y los mentirosos.