El consumo del huevo aumenta el colesterol. El huevo engorda. Su grasa tapona las arterias. Son algunas de las acusaciones en falso que ha tenido que sufrir el huevo hasta no hace mucho. Su mala fama le precede y venimos a desmontar sus falsos mitos para que puedas seguir comiendo huevo sin miedo alguno.
Durante años hemos sucumbido a las creencias que entendían el huevo como un alimento prohibido o de uso moderado, pero hoy (ya conociendo todas sus virtudes) sólo nos queda confirmar que todos esos mitos que rodeaban al huevo son falsos. Aquí sus principales creencias equivocadas.
Que el huevo sea una bomba para paciente con colesterol, empeorando los niveles o aumentándolos, no es cierto. Todo lo contrario: como todos los alimentos debemos seguir un control de ingesta moderado, esto es, ni una semana sin comer un solo huevo, ni tampoco una comiéndolo todos los días.
Aunque su contenido en grasas saturadas es real, no es de los alimentos que más tengan.
Tampoco aumenta el peso corporal. Y mucho menos lo hará si nos comemos la clara y prescindimos de la yema. ¿Entonces por qué ese mito? Porque no creemos que sea muy sano para la salud y el peso comerse dos huevos fritos diarios.
También se ha hablado de la difícil absorción del huevo y de lo pesado que resulta ingerirlos. Cuando en verdad es uno de los alimentos más recomendados para la cena por ser el huevo duro uno de los alimentos que más relaja el cuerpo y ayuda a dormir.
Ni es cierto que sea un alimento incompatible con el deporte, todo lo contrario. El huevo es proteína natural y como tal es recomendable su consumo cuando realizamos duros entrenamientos porque aportará energía e irá definiendo los músculos.
Ni dañan el hígado. Lo más importante para cuidar este órgano está en la forma de elaboración del huevo. Siempre será mejor un huevo cocido o escalfado que frito, pero si deseamos comerlo frito, sólo tenemos que controlar el volumen de aceite.