El movimiento ‘raw food’, el cual reivindica el crudivorismo o la alimentación basada en el consumo de alimentos naturales sin cocer, sin procesar y ecológicos, tiene entre sus platos fundamentales el carpaccio, sea de lo que sea. De ternera, de bacalao, de tomate, de pez mantequilla, de atún, de calabacín, de gamba, etcétera. Las opciones son infinitas, pues el límite está en tu imaginación y en los alimentos.
El principal beneficio de este tipo de alimentación es que a la hora de consumir frutas y verduras, éstas no pierden ninguna de sus propiedades, ni sus vitaminas ni sus minerales. Respecto a los pescados y las carnes, este tipo de platos se convierten en una de las opciones más frescas para consumir cuando llega el buen tiempo.
Todo tipo de carpaccio, al estar hecho con verduras, carnes, pescados o mariscos, tiene un gran aporte de proteínas y un bajo valor energético, por lo que se convierte en una excelente opción. Además, al consumir los alimentos crudos se requiere que mastiquemos más, por lo que ayuda a saciarnos de una forma más rápida y a tener una mejor digestión de las comidas.
El carpaccio, junto con el resto de cocina cruda, favorece un aporte rápido de energía a nuestro organismo, por lo que en pocos minutos conseguirás recargar las pilas con cualquiera de estos alimentos.