La afición por los KitKat lleva a miles de consumidores de todo el mundo a comprar no solo grandes cantidades de esta deliciosa chocolatina, sino a comprar los sabores más raros que existen en el mercado. Y es que hace muchos años que la marca de Nestlé ha decidido apostar por estilos más originales que los tradicionales chocolate con leche o chocolate blanco. Desde KitKat con sabor a churro hasta el tan de moda té matcha.
Danny Taing es uno de los habituales compradores masivos de KitKat en el mundo. Aunque su último pedido a Japón no fue como él esperaba. Taing, quien dirige una empresa de productos japoneses en Nueva York, realizó un pedido a una empresa de dulces del país nipón este pasado verano. En total, compró 55.000 KitKats, de diferentes sabores para ponerlos en venta. La suma de todas las chocolatinas había costado 110.000 dólares y con los beneficios de sus ventas lograría 250.000 dólares. No obstante, a día de hoy, este empresario japonés-americano, aún no ha podido recibir sus KitKats y, tras lo que se ha formado, no quiere saber nada de ellos.
Una estafa de camioneros
En pocas palabras y a modo de resumir lo que sucedió, Danny Taing fue estafado. Bueno, mejor dicho, su transportista fue estafado. Shane Black, dueño de la empresa de transportes Freight Rate Central, se hizo cargo de llevar las chocolatinas desde Los Ángeles (primera parada desde Japón) hasta Nueva York. Black colgó un anuncio en un muro donde diferentes camioneros pueden aceptar trabajos. En pocas horas, el pedido sería transportado por un tal Tristan, de la empresa HCH Trucking.
El cargamento se dividió en dos contenedores, así que un camión saldría por la mañana y otro al día siguiente. Todo marchaba con normalidad hasta que el primer camión tuvo, aparentemente, una avería y se descolgó a 400 millas de Nueva York. Black, preocupado por la situación, llamó a Tristan, pero este nunca respondía. Hasta que pasadas unas horas, la empresa a la que representaba dicho camionero llamó explicando que no existía tal trabajador en sus filas. El tal Tristan admitió ser un estafador, aunque solo estaba interesado por el camión, no por la carga.
Por muy raro que parezca, era cierto. Shaun Black investigó y encontró el contenedor con los KitKats al Este de Los Ángeles. Es decir, que nunca habían salido de la ciudad. La suerte le sonrío al señor Black, pero le traicionaría una vez más. Decidido por llevar esta carga a Nueva York, volvió a publicar un anuncio para que un camionero se lo llevara. Un tal Manny, de MVK Transport Inc, se hizo cargo del envío, pero a los días dejó de dar señales de vida. Nunca respondió ni a las llamadas ni a los mensajes de Shauwn Black y, en pocos días, el camión se dio por perdido y los KitKats desaparecieron.
Problemas con el segundo contenedor
Por fortuna (aunque ahora verán que no tiene nada de fortuna), el segundo contenedor seguía alojado en Los Ángeles. Estaba en una estación llamada Inland Cold Empire Storage, donde lo había dejado el falso Tristan. La empresa llevaba semanas con el cargamento y esperaban que alguien lo fuera a recoger. Shauwn Black se presentó en las oficinas de Inland para reclamar el cargamento explicando que había sido robado y alojada en esta estación.
Cuando los dirigentes de Inland fueron a revisar el contrato del contenedor, estaba a nombre de un tal Harry Centa, alguien totalmente desconocido para Black. Según Inland, si no se presentaba esta persona o alguien con su representación, no podía recoger el contenedor. Y resulta que este Harry Centa sí que existe. Es un transportista marítimo de Ohio quien gracias a este caso, se ha dado cuenta que también ha sido víctima de una estafa (pero de identidad).
De este modo, Black se quedó sin poder sacar el cargamento y Danny Taing se ha desentendido del contenedor por miedo a que hayan hecho algo con esos KitKats y pueda provocar algún problema a sus clientes. Así que ahora mismo hay en una estación de contenedores de Los Ángeles, 27.500 KitKats abandonados.