La última polémica norteamericana ya está puesta sobre la mesa: ¿por qué seguir llamando ‘leche’ a productos alternativos que no son lácteos?
Donald Trump parece estar ocupado en otros quehaceres más acusatorios, pero los congresistas demócratas tienen el punto de mira en otros intereses, quizá, más populares, como la leche. Concretamente en la de almendra.
La inquietud en este aspecto es tal que el senador Tammy Baldwin de Wisconsin y Peter Welch, representante de Vermont, ambos demócratas, hablan ya de Dairy Pride Act (Ley del Orgullo Lácteo), una propuesta de ley que impediría dar a las bebidas no lácteas el tratamiento de leche sólo por el hecho de compartir algunas características, como el color, la textura y el uso.
Esta propuesta de ley surge a raíz de la relevancia que bebidas como la –por ahora- leche de almendras está adquiriendo en los hábitos de consumo, también otras como la de soja, avena o arroz. Además, la motivación de esta propuesta llega animada por los granjeros, cuyo rechazo a la denominación de ‘leche’ a las bebidas que no lo son sienten que supone un engaño al consumidor, una venta desleal.
Este debate que abre el partido demócrata estadounidense nos lleva a pensar en otros similares, como el de si deberíamos llamar hamburguesa a una versión vegetariana de la tradicional de carne animal o albóndigas a su variedad de seitán.
Podemos evitar hacernos estas preguntas o podemos jugar a ser norteamericanos por un momento y plantearnos estas cuestiones.