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El arte del menú se convierte en un elemento esencial dentro de la experiencia gastronómica. Al menos así se concebía antes de entrar en escena la era hiperdigital y la proyección universal de los menús en versión QR.
Hacemos un viaje por la estetización de las cartas de los restaurantes, pasando por su evolución y desarrollo hasta llegar a su aparente disolución inducida por la digitalización.
El festín visual que supone ‘Menu Design in Europe’ y la historia que relata nos adentra en todo ese universo artístico-culinario en un periodo de 200 años, que comprende del 1800 a 2000, confirmando la reputación del continente como centro del mundo culinario.
Orígenes
El predominio de la cocina francesa sirvió de precedente, y estableció un arquetipo para las delicias culinarias que se extendieron por todo el mundo. La expansión o democratización de los restaurantes como puntos de encuentro en el siglo XIX, más allá de para las altas esferas de la sociedad, generó la necesidad de una presentación más formal de la propuesta gastronómica; dando como resultado una gran variedad de menús impresos que bailaban entre la excentricidad y el minimalismo.
Todos esos gráficos y esas tipografías que acompañaban la oferta culinaria del restaurante, reflejando la época del momento, fueron recopiladas por Jim en el libro de Taschen a través de un extenso archivo de menús que han ido siguiendo las tendencias a lo largo del tiempo. Que han acompañado los movimientos artísticos tras su aceptación global.
En el siglo XIX persistía en ellos una paleta monocromática con decoraciones y caligrafías que tenían su origen en el dominio de las connotaciones de clase alta de los banquetes y la buena mesa. Con el cambio de siglo, el diseño empezó a estar influenciado por el Art Nouveau y más tarde por el Modernismo, que se instauró en el núcleo cultural.
La digitalización de la restauración
El poder de la tecnología se adentró asimismo en el sector de la restauración durante la pandemia. Un momento clave en el que se viralizó el uso del QR en los restaurantes, sustituyendo los menús en papel por sus homólogos virtuales por cuestiones de seguridad; como una dinámica que persiste a día de hoy sincronizada con la era que nos ha tocado vivir.
Esas representaciones estéticas y visuales en torno a la comida parecen entonces desvanecerse, simplificando el estado del diseño contemporáneo de menús, e incluso suprimiéndolo por códigos QR que anuncian de alguna manera la muerte de su estado físico.