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En la era de la viralización, las nuevas generaciones son capaces de desvirtuar hasta la concepción asociada al caviar. El arte de las huevas de pescado pasa de ser un alimento asociado a las altas esferas y/o de la noble sociedad griega desde el siglo X, a transitar todos los feeds sociales y las mesas de gran parte de la población.
Tradicionalmente, el caviar se limitaba a las huevas de esturión salvaje del Mar Caspio y el Mar Negro, pero hoy en día se diversifica como un término para designar asimismo huevas de otras especies como el pez espátula, el salmón, el pescado blanco o la trucha. Un universo originalmente ostentoso en el que las latas de ossetra y beluga pueden llegar a costar desde 200 euros hasta 800 debido a la gran demanda, y a su extensa cría y recolección.
La glorificación del ‘caviar dump’
La fascinación por el caviar se convierte en un sentimiento compartido por parte de la generación Z, que incluso catalizaría una macrotendencia online basada en el ‘caviar bump’. Es decir, en tomar bocados de las huevas desde la mano o el puño, como una corriente que originó Danielle Matzon -bautizada como la ‘Reina del Caviar de TikTok’- aparentemente relacionado con preservar toda la pureza del sabor, sin que éste se contamine por los cubiertos de otros alimentos.
De hecho, se espera que el sector continúe aumentando, y que su capitalización ascienda un 40% de aquí a 2027. Según el Times, esta tendencia ha llevado a que los chefs de todo el Reino Unido estén incorporando el oro negro en sus menús.
El hastag #caviartiktok acumula millones de iteraciones y de catas de este pequeño capricho de alta gama, como una escuela digital en torno a la hueva. Los creadores lo prueban ante la cámara y comparten sus opiniones sobre cómo extraerlas o cómo ‘usar otros utensilios que no sean cucharas de metal’.
La obsesión por el caviar se presenta así como un nuevo fenómeno con el que los restaurantes y chefs han encontrado una forma de imprimir dinero, incorporándolo en sus menús y en platos en forma de salsas o pequeñas cantidades con las que elevar el precio del plato. Aunque en muchas ocasiones este acto se conciba como una ‘ventaja’ para el comensal que tiene la oportunidad de degustar el lujo aunque sea en pequeñas dosis.
