La extinción de los locales castizos de Madrid se ha llevado por delante una nueva víctima. Esta vez le ha tocado a una tienda única del Barrio Salamanca y que ha endulzado la vida de los madrileños y de los cientos de clientes que venían fuera de la capital desde la década de los 60. La bombonería Santa, ubicada en el número 56 de la calle Serrano, cerrará sus puerta el próximo 10 de mayo. Aunque llevan desde 1932 elaborando dulces y vendiendo café procedente de Sudamérica, donde precedieron los padres fundadores de la Santa, la tienda casi extinta fue la única que seguía abierta.
El fallecimiento de la titular y dueña de la bombonería, Martine, ha provocado que sus hijos, Enrique y Verónica, hayan tenido que ponerle fin a esta dulce y bonita historia. El principal motivo es el irrisorio precio del alquiler que tendrían que pagar, ya que la muerte de su madre hace unos meses puso fin al contrato vitalicio de renta antigua. De esta manera, no habrán más bombones ni dulces en los mostradores castizos de Santa a partir del próximo 10 de mayo.
Enrique Lavigne ha sido quien ha dado la noticia del cierre en su cuenta de X (antes conocida como Twitter): «Tras el fallecimiento de mi madre tenemos que dejar la bombonería que perteneció a mi abuelo desde 1932 en la calle Serrano 56. Así que vendemos todo lo que queda dentro». Además de los últimos bombones que harán los hijos de Martine, también venderán todo el decorado de la tienda.
Un origen que procede del café
Curioso es el origen del nacimiento de la bombonería Santa y es que, realmente, no tiene nada que ver con el chocolate. Antonio López, abuelo de Enrique y Verónica y padre de Martine, traía café importado desde Colombia y Cuba a nuestro país. Allí conoció a Enriqueta, con quien se casó y decidió abrir una tienda donde vendían cafés. La primera tienda nació en la calle Espoz y Mina, en el Bario de las Letras en 1932.
Su popularidad fue tal que era imposible encontrarse con alguien en Madrid y que no supiera lo que era la Santa. Hasta aparecieron en la radio, en unas cuñas publicitarias. Fue entonces cuando Antonio y Enriqueta decidieron abrir una segunda tienda especializada en bombones de chocolate, situada en la calle Preciados. En los 60 abriría la única tienda que queda en pie -por ahora-, en la calle Serrano.
En aquellas tiendas, con una decoración que mezclaba el toque castizo de la época y un estilo vanguardista traído por José Manuel y Marie Martine, los herederos del negocio familiar tras la muerte repentina de Antonio, ya se comenzaba a preparar lo que serían una de las joyas de la Santa, los bombones de avellana grande que algunas pesaban casi 700 gramos.
Tal era la fama de estos dulces que llamaba la atención de hasta las figuras culturales más importantes de nuestro país, como Concha Velasco, donde una fotografía de ella devorando uno de los chocolates de la Santa preside la tienda. En parte, Enrique Lavigne tiene parte de la culpa de que los bombones de sus padres llegaran a tales paladares, ya que él es también considerado un importante productor de cine español.