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La receta de ‘biscotti‘ de Kate Reid es, cuanto menos, icónica. Su propio tributo a la tradición italiana reinventa la versión original del postre con masa de croissant fina y hojaldrada: una fórmula con la que consigue una textura y un sabor inconfundibles, utilizando mantequilla de una granja en Normandía y harina Laucke Euro.
Esta leyenda pastelera empezaría su carrera desde otro universo muy lejano al de la repostería con una carrera de ingeniería aeroespacial con la que logró conseguir su sueño: trabajar en la Fórmula 1. Sin embargo, a pesar de vivir su propia fantasía, la presión, el agotamiento y la depresión le llevaron a combatir ese estrés horneando cada noche, a modo terapéutico.
Después de tres años en la Fórmula 1, Kate decidió dejar su trabajo debido al desgaste físico y mental. El verdadero giro de guion llegaría en el momento en el que empezó a trabajar en una cafetería llamada Ousia, en la que se le acabó de despertar su verdadera pasión por la pastelería. Una que le llevaría a París a trabajar en boulangerie Du Pain et des Idees. En 2012, tras meses de pruebas, abriría Lune Croissanterie en Melbourne, en la que empezaría a generar toda una comunidad de adeptos en torno a sus croissants. De hecho, en 2016, The New York Times declaró que éstos ‘podrían ser los mejores del mundo’.
Lune cuenta ya con cinco pastelerías en Melbourne y Brisbane en las que expone una gran variedad de pasteles y cruasanes a los que incluso les ha dedicado un libro de cocina llamado ‘Lune: Eating Croissants All Day, Every Day’.