Afirma Miguel del Arco que el mayor lujo es reposar las cosas pero, por suerte, eso no impedirá que deje de meterse en nuevos líos.
La noche anterior estrenó Las furias (ya en cines) y hoy ha madrugado para continuar con los ensayos de La noche de las tribadas (en cartel hasta el 8 de enero), pero no se le nota cansado. “Será el subidón, imagínate estrenar mi primera película en mi teatro…”. Y se ríe, como si no se lo creyera. Pero es real, muy real. Tanto como su apuesta para que el remozado Teatro Pavón (ahora Kamikaze) se convierta en un referente. Sus bazas, el repertorio acumulado durante diez años que le han llevado a convertirse en el dramaturgo español más exitoso (Idiota, La función por hacer, El Misántropo, Deseo, Hamlet) y una programación de obras nuevas bajo el único criterio de la calidad artística. “Sí, confieso que a veces me meto en la venta de entradas para ver cuántos puntitos negros hay en el patio de butacas… pero creo que lo llevo bien” [risas]. Bueno, y también haber logrado crear un espacio abierto e integrado en Lavapiés. Un espíritu que se extiende a la antigua cafetería del teatro, por fortuna recuperada en todo su esplendor de techos art decó y esa eterna barra de zinc, convertida ya en punto de encuentro. “Los teatros que recuerdo son aquellos donde me he sentido querido. Y esto es parte de ello” (teatrokamikaze.com).