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La vicepresidenta Kamala Harris no siempre ha gozado del privilegio de residir las altas esferas de la sociedad. En su momento también perteneció a la comunidad habitada por 41 millones de estadounidenses que ha trabajado en los Arcos Dorados. Una de la que también han formado parte personalidades del stardom como Jeff Bezos, Lin-Manuel Miranda, Pharrell Williams, Shania Twain o el excandidato a la vicepresidencia Paul Ryan.
Durante la actual campaña presidencial de Estados Unidos, la candidata demócrata sacó así a relucir uno de sus pasados desconocidos para la mayoría: su trabajo para McDonald’s. La vicepresidenta reveló que había trabajado durante un verano ‘haciendo patatas fritas y helados’ para la cadena de comida rápida. Porque McDonald’s también forma parte de la historia de Kamala Harris.
Harris estrenó la semana pasada un anuncio en el que destacaba su paso por los Arcos Dorados. Entre secuencias nostálgicas de fotos familiares antiguas, el narrador en off rezaba: ‘Creció en un hogar de clase media. Era hija de una madre trabajadora. Y trabajó en McDonald’s mientras estudiaba’.
Esa mención se presenta como un acto político con el que atraer a los votantes de la clase trabajadora, con el que Harris subraya sus orígenes humildes añadidos a su extenso currículum en el que se inscriben trabajos de senadora, vicepresidenta e incluso habilidades de cocinera ávida.
Kamala genera con ello un gran impacto con el que empatizar con la sociedad estadounidense. Y es que, según la cadena de comida rápida, uno de cada ocho estadounidenses ha trabajado en McDonald’s en algún momento de su vida. Ya no sólo en sus restaurantes en particular, sino en el sector servicios en general, que es la mayor parte de la economía estadounidense. Además, de manera paralela, genera un contraste radical con su oponente republicano Donald Trump como una persona que es conocida por haber heredado toda su riqueza, según enfatizó Tim Walz.
‘¿Pueden imaginarse a Donald Trump trabajando en un McDonald’s, intentando hacer un McFlurry o algo así?’, preguntó Walz. ‘No podría hacer funcionar esa maldita máquina de McFlurry ni aunque le costara algo’.
Ese discurso lo invocaría asimismo Harris en 2019, cuando se unió a la huelga de los trabajadores de McDonald’s de Las Vegas que protestaban por salarios más altos. ‘Yo era estudiante cuando trabajaba en McDonald’s’, declaraba a la multitud. ‘No había ninguna familia que dependiera de mí para pagar el alquiler, poner comida en la mesa y pagar las facturas a final de mes. Pero la realidad de McDonald’s es que la mayoría de la gente que trabaja allí hoy depende de esos ingresos para mantener un hogar y una familia’.