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Todos sabemos de qué hablamos cuando hablamos de panettone. Pero quizá no tantos conozcan su historia, ni las leyendas suspendidas en torno a esta creación italiana, de las que resplandece la que tuvo lugar en el siglo XV en la corte de Ludovico el Moro por Navidad.
Sus orígenes se remontan a 1495, a una suntuosa cena en la corte ofrecida por el duque de Milán. Uno de sus cocineros, llamado Toni, al preparar el banquete para él y sus nobles invitados, quemó sin querer el postre que tenía en el horno. Ante esta situación, acabó ofreciéndoles el que había preparado por la mañana: un rico pan brioche, relleno de pasas sultanas y fruta confitada.
A todos los asistentes, e incluso al Duque, les encantó el ‘experimento culinario’ de Toni, que hizo nacer la tradición del ‘Pane di Toni’.
Más tarde, en 1821, el dulce se convirtió en símbolo de libertad en Italia. Las cerezas rojas confitadas y los cítricos verdes sustituyeron a las pasas sultanas y la fruta, creando la bandera italiana roja, blanca y verde.
La década de 1950 fue testigo de su expansión mundial gracias a un emigrante italiano que llegó a Brasil y fundó la empresa Bauducco, que hoy produce más de 200 000 toneladas al año, con seis fábricas en varios países y exporta a más de 50 de ellos.
La evolución del Panettone a lo largo de los años lo ha convertido en un símbolo de la repostería, especialmente durante la época navideña, llevando a todos los pasteleros a experimentar sin límites con este dulce, creando versiones con ingredientes como uvas, pasas sultanas, fruta confitada, piñones, almendras, chocolate o café con los que satisfacer todos los paladares posibles.