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Helados presidenciales

Es posible que, además de Despacho Oval, los presidentes también se traspasen el gusto por los helados, como Joe Biden y Barak Obama.

Aparecer en público como una persona cercana, afable y familiar es fundamental para un líder político, y parece que comer helado nunca falla a la hora de conseguir una fotografía que los humanice.

No solo los estadounidenses le dan al helado para desestresar. Aquí vemos al presidente Aznar junto al portavoz de su Gobierno, Pío Cabanillas, tras una inauguración en Shangai.

Como buen sureño, Lyndon B. Johnson era un devorador nato de helados. Falta le hacía para afrontar la convulsa etapa que le tocó.

El problema de comer helado es que a veces puede jugar malas pasadas si hay fotógrafos presentes. Al primero de los Bush en alcanzar la Casa Blanca le ocurrió en esta imagen.

Un helado en las manos es un acompañamiento perfecto para la expresión socarro- na que solía regalar George W. Bush.

La ideología política no es impedimento para disfrutar de un sabroso y refrescante helado, como podemos ver en el caso de Fidel Castro.

S / EFE. El entonces presidente Mariano Rajoy junto a varios miembros de su partido demuestran destreza al compartir un helado, entre ellos el actual presidente de la Junta de Andalucía, Moreno Bonilla.

Lo de parecer más afable tomando un helado no se cumple en el caso de Vladímir Putin, cuya expresión sigue inquietando coma lo que coma.