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La carne cultivada en el laboratorio a partir de partículas animales o vegetales vislumbra grandes alternativas eco-futuristas a la industria cárnica, que incide de lleno en la emergencia climática y eleva la contaminación del planeta.
En este sentido, hace unos años salió a la luz una disyuntiva y/o noticia revolucionaria de la que muchos medios se hicieron eco, revolviéndonos el estómago con carne sintetizada a partir de aguas residuales.
Este invento japonés ‘revolucionaría la ciencia’ de la mano de Mitsuyuki Ikeda, investigador del Laboratorio de Okayama, quien recibió el encargo de Tokyo Sewage de abordar el problema del exceso de lodo de aguas residuales. Al investigar las posibles aplicaciones de las aguas residuales, Ikeda descubrió un importante contenido proteínico en el lodo debido a la presencia de bacterias.
El equipo extrajo entonces esas proteínas, combinándolas con un potenciador de reacción que daba como resultado la creación de un filete sintético o artificial ‘con sabor a soja’. La composición de esta ‘carne’ incluye un 63% de proteínas, un 25% de hidratos de carbono, un 3% de lípidos y un 9% de minerales, a la que se le proporcionaban colorantes alimentarios para darle un tono rojizo con el que estetizar esa composición decadente.
Los orígenes de la ‘shit burger’
Las primeras pruebas de sabor dieron como resultado comentarios que sugerían que se parecía al sabor de la ternera. Un estatus, cuanto menos, dudoso, que desencadenó la crítica por parte del colectivo escéptico de este invento que pareció tener sus orígenes en un vídeo de Youtube protagonizado por el profesor Ikeda.
En él, el científico aparece elaborándolo en un laboratorio, como un proceso en el que intervienen una serie de elementos dudosos como un cartel en chino en lugar de en japonés o etiquetas en un frigorífico que ponen ‘SHIT BURGER’, tal y como analizó Forbes en un artículo de 2011.
Justin Elliot, de Salon, rastreó la historia hasta sus orígenes en YouTube, y descubrió que en la década de 1990 surgió una oleada de historias casi idénticas sobre ‘hamburguesas de aguas residuales’. Una vez que Elliot presentó sus conclusiones, varios sitios de noticias admitieron que podían haber sido engañados, mientras otros como The Guardian retiraron los artículos sin dar explicaciones. La conclusión final es que, casi con toda seguridad, se trata de un engaño más suministrado por la era de la desinformación.