Reportajes

Flash Flash: 50 años dándole la vuelta a la tortilla

Hoja de contactos del fotógrafo Leopoldo Pomés para el restaurante Flash Flash
El fotógrafo Leopoldo Pomés, uno de los fundadores del Flash Flash, creó la imagen del restaurante con una de estas imágenes, que protagonizó su mujer, la modelo y estilista Karin Leiz.

Moderna y libre, pionera en diseño y propuesta gastronómica. 50 años después, la tortillería Flash Flash de Barcelona sigue siendo única sobre todo por su atmósfera.

Todo empezó una Nochevieja de 1969 en el Hilton de Londres. Dos parejas de amigos sin experiencia en hostelería fantaseaban con la idea de montar un restaurante diferente en Barcelona: una tortillería. Un lugar libre, abierto a todo el mundo, sin horarios, donde se comiera bien, pero sin petulancias ni protocolos. Estaban hartos de los oscuros y rústicos locales de siempre. Había que romper. El 3 de julio de 1970, junto a la vibrante Tuset Street, nacía Flash Flash. Vamos, el Flash, para todos aquellos que durante cinco décadas han hecho de él su lugar de encuentro.

Más que el cuartel general de la gauche divine antes de acabar en Bocaccio, más que un conciliábulo contra el régimen, un escenario trasversal para todos los públicos donde comer tortillas –hasta 127 recetas distintas–, hamburguesas a imagen y semejanza de las de P.J. Clarke’s de Nueva York, y ensaladas, algo inédito entonces. Y donde hablar –y fumar– sin parar, que no hubo ni habrá local mejor insonorizado en la ciudad. Fotógrafos, diseñadores, modelos, arquitectos, escritores… Sí, pero lo mismo García Márquez que el paisanaje más anónimo. El Flash es de todos.

Interior de la tortillería Flash Flash de Barcelona.
Foto: Cecilia Díaz Betz

Un año Flash

Nos hemos perdido una gran fiesta. No se podrá repetir aquel sarao montado en 1980 por su décimo aniversario en el parking Tave. Nos queda una celebración virtual que durará un año entero. Al habla el arquitecto Iván Pomés, mientras ultima los preparativos de un nuevo restaurante en la Diagonal que será una dedicatoria de Flash Flash.

Y es que Iván es también quien lo comanda desde que tomara el testigo de su padre, el fotógrafo Leopoldo Pomés, uno de los fundadores junto a su mujer, la modelo y estilista Karin Leiz, el arquitecto Alfonso Milá y Cecilia Santo Domingo, adinerada intelectual que se fue demasiado joven. “Teníamos una idea muy chula. En vez de montar un solo evento, montar el Año Flash, que empezaba con una fiesta muy grande en la calle y acababa con una exposición en el Palau Robert con los planos de Federico Correa y Alfonso Milá más la sesión de fotografía”.

Aquellas míticas fotos que se convirtieron en la imagen del restaurante, junto con el logo derretido de Francesc Daniel, fueron disparadas por su padre a su madre Karin justo después de que Iván naciera. “Lo intentaron con modelos mucho más jóvenes, pero no salió bien porque posaban demasiado y mi padre quería algo más desenfadado, una persona más divertida”.

El fotógrafo Leopoldo Pomés y el arquitecto Alfonso Milá, en 1995.
El fotógrafo Leopoldo Pomés y el arquitecto Alfonso Milá, dos de los fundadores del Flash Flash de Barcelona, en 1995.

Iván Pomés se ve en el Flash desde siempre: “Para mí es el segundo comedor de casa. Formaba parte de mi vida cotidiana, como ir a casa de la abuela. Recuerdo sentir que no molestaba como niño”. Sigue ocurriendo. “Puedes encontrar cuatro generaciones en una misma mesa. Esta mezcla pasa en muy pocos restaurantes. De repente te encuentras tres viudas arregladas entre semana, al lado una chica moderna y unos padres con los niños. Esta democracia que tiene el Flash es maravillosa”.

Mucho más que tortillas

El propio Iván cambió hace unos años algunas cosas: “Hicimos una pequeña renovación que tiene la virtud de que no se nota, pero se hizo más de lo que parece”. Cambió la iluminación, algo obsoleta, que ahora se hace más tenue de noche a la vez que las mesas son proyectadas puntualmente por pequeños leds. “En el Flash queremos que veas la comida, no queremos engañar”. El bufé de ensaladas, antes en el pasillo de circulación, se movió a la barra como ensaladero donde son cortadas en directo. “Es actualizar el concepto”, aclara. Es el Flash del siglo XXI.

Tortilla de trufas, una de las 127 variedades que se pueden tomar en ‘el Flash’. Foto: Lekuona Studio.

Esa hazaña de las ensaladas inspirada en el norte de Europa y por las raíces alemanas de su madre lo convirtió en “el primer restaurante healthy de la ciudad”; la simple complejidad de las tortillas francesas; el protagonismo del baño lujoso, una pieza roja que “no se escondió sino todo lo contrario”, con Rosario Gil (Madame Pipí) como su guardiana; la presencia infalible del maître elegante, sea Manuel Orquín o Simeón Soria; la barra blanca de escay y el look lechoso y kubrickiano antes incluso de que se estrenara 2001… Todo en Flash Flash es influencia, como padre de tantos gastrobares.

“Uno de los secretos fue no pensar en el negocio. Eran dos parejas de amigos que montaron aquello que les apetecía encontrar en Barcelona, no con la idea de ganar dinero sino porque les faltaba. Lo montaron por ilusión. Se hizo un estudio de marketing que decía que no iba a durar ni tres semanas. Pero dieron en el clavo porque lo que les faltaba a ellos es lo que necesitaba Barcelona”.