Hablar de fiesta judía es hablar de olores y sabores. En el caso de mi familia, se conjuga la tradición sefardí con su origen en el norte de Marruecos, un mestizaje muy particular. Nos reunimos en torno a la mesa y nuestros hijos reviven lo que sentimos en casa de nuestros padres. Cada una de nuestras celebraciones, empezando por el shabat y su adafina, plato que da origen al cocido madrileño, tiene un menú diferente y un simbolismo.
Nuestro año nuevo se distingue por sus siete jodras, la sopa de siete verduras y por probar el fruto nuevo, que nos abre las puertas del año que empieza, en este caso, la granada. En el mundo judío, la gastronomía tiene un poso definitivo, a través de las bendiciones.
Se suele decir que donde hay dos judíos hay tres opiniones. Por eso, a nadie extrañará que cuando preguntan cuándo se empieza a contar para llegar al año 5781, unos hablen de la creación del mundo, otros del sacrificio de Isaac e incluso los que lo hacen coincidir con la salida de Egipto.
Más allá de eso, nuestro Año Nuevo es festivo, pero no lúdico. No hay uvas, confeti, ni champán. Cada primero de Tishrei, el primer mes del calendario hebreo, supone una invitación a la introspección, a hacer borrón y cuenta nueva durante los diez días que unen el Rosh Hashaná (‘cabeza de año’) y el Yom Kipur, el día de expiación de nuestro pueblo.
Manzana, miel, granada y sopa de siete verduras
Cada judío se somete al juicio divino y se prepara para escuchar el sonido del shofar (cuerno de carnero), que nos viene a enseñar que debemos mejorar nuestras acciones. Este año, por primera vez en nuestras vidas, no podremos escuchar en nuestras sinagogas ese sonido sin igual que nos estremece. Los devastadores efectos de la pandemia tocan todos los rincones de nuestra vida, hasta los más profundos. Rezaremos por los que se han ido, por los que se están curando y pediremos mucha salud para todos.
En la mesa familiar, con hermanos y sobrinos, recordaremos a nuestros padres y bendeciremos el vino y el pan, en este caso un delicioso pan de jalá (propio de shabat y festividades) en forma de corona –en la época que no existía Youtube, la Reina Doña Sofía pidió la receta a mi madre de aquel pan que probó en la Sinagoga de Madrid–.
Todo empieza con la manzana con miel para recibir con dulzura el año. Calabaza, dátiles, hinojo, cebolla, acelgas… con sus bendiciones preceden a la sopa de verduras que, con su toque único de cilantro, nos transportará a aquella pequeña judería de Tetuán…
ELÍAS ISRAEL GARZÓN es el editor de SportYou, ex director del diario Marca y judío sefardí.
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