Reportajes

Explorando las particularidades del desayuno japonés

Si estás en Japón, olvídate del café. Nos adentramos en las costumbres tempraneras del país que comienza su «morning routine» con sushi, atún crudo o un buen pedazo de salmón al horno.

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Japanese Breakfast es el nombre del proyecto musical de Michelle Zauner. Tras años consolidando su sonido pop, de ambientes relajados y letras sinceras, en un contexto más independiente, ahora acumula nominaciones a los Premios Grammy y es habitual de programas de máxima audiencia como The Tonigh Show o Saturday Night Life. Nacida en Corea del Sur, habiendo pasado su vida en Estados Unidos, confiesa que el apodo de su alter ego nació de forma muy sencilla. “Me encanta el desayuno japonés. Una tarde estaba mirando fotos y pensé “tengo que sacar un álbum que se llame así”. Quería mezclar algo muy americano (“desayuno”) con algo extranjero para ellos (“japonés”). Crecí con una afinidad particular por la cultura japonesa, ya que, en ocasiones, era lo más cercano a Corea que se podía encontrar en Estados Unidos”.

No anda nada desencaminada Zauner al entender “japonés” y “desayuno” como dos conceptos prácticamente opuestos. Durante gran parte de su historia, hasta que el periodo Edo trajo consigo prosperidad industrial y cambio de costumbres, los japoneses solo almorzaban dos veces al día. La forma más cotidiana de referirse a esta comida es asagohan, es decir, arroz (gohan) de la mañana (asa). El viajero que busque cafeterías podrá localizarlas, pero muy probablemente se topará con alguna trampa para turistas o con llamativos establecimientos que confeccionen obras de arte con la espuma de los capuchinos. No es que el japonés moderno no desayune: encuestas recientes muestran que más del 80% lo hace diariamente, por encima del 30% de los estadounidenses. Simplemente, cuando piensan en comer al levantarse, tienen otra cosa en la cabeza.

El desayuno tradicional japonés se estructura mediante una amplia variedad de pequeños platos, todos ellos austeros en su preparación y confeccionados con los materiales más frescos y naturales de los que se disponga. Habitualmente encontramos verduras variadas, sopa de miso, salmón, algún otro tipo de pescado y, por supuesto, arroz. Un ejemplo más extenso puede albergar calamares, huevos hervidos con setas, pepinillos, almejas para aderezar la sopa, pollo con algas o fideos udon (fideos gruesos hechos con harina de trigo). La sopa suele ser el centro, y a su alrededor se sitúan los acompañantes, preparados con sencillez. También son grandes consumidores de natto, nutritivas semillas de soja fermentadas que, hace unos años, se convirtieron en un fenómeno viral por su textura viscosa y mal olor. Los más arriesgados son capaces de añadir piezas de fruta.

Té con hurón

Si nos alejamos de las fronteras de lo establecido, y entendemos desayuno por cualquier cosa que uno ingiera por la mañana, lo cierto es que los japoneses recurren a ingredientes concretos para casi cualquier momento del día. Los huevos son claros favoritos, y un sándwich de tortilla puede ser una manera esponjosa y suave de comenzar la jornada. Lo recomendable es disfrutarlo en un kissaten, salones de té tradicionales, en los que se puede combinar con la otra obsesión nipona: el matcha. Este té verde cubre cualquier alimento que su imaginación alcance, desde helados hasta chocolatinas pasando por hamburguesas o ramen. Lo que en occidente solemos comer al despertar (pan blanco y algún tipo de fuente de azúcar como galletas o cereales), evidentemente existe y es consumido en el país del sol naciente, pero se disfruta sin mucha restricción horaria.

La diversidad del desayuno en Japón llega a alcanzar las particularidades del mismo país, incluso de sus propios habitantes. Dentro de las numerosas opciones que podemos encontrar por regiones o incluso en diferentes barrios de Tokio, el Katsuobushi merece ser considerado una de sus transfiguraciones más llamativas, sabrosas y, por qué no, divertidas. Al menos, eso procura Mai Nagamatsu, responsable del restaurante tokiota Katsuo Shokudo.

Allí, una mesa redonda de unos doce comensales puede disfrutar de un plato de bonito rayado sobre arroz, coronado con un huevo crudo y acompañado de otras propuestas que varían según temporada y disponibilidad, pero suelen incluir pollo y miso. Aquellos que tengan más hambre pueden rallar ellos mismos el pescado seco. Nagamatsu y su equipo se encargan de que todo esté animado, y si la hipnótica decoración (incluye un documental sobre pesca emitiéndose en una antigua televisión) no es entretenimiento suficiente, pueden sacar a su hurón mascota, que estará encantado de saludar a los presentes. Si esto no ayuda a empezar el día con energía, quizás nada lo haga