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El desperdicio de alimentos es una cuestión muy compleja que atraviesa desde lo personal hasta lo industrial, y en el que intervienen una serie de factores que van desde las preferencias de compra hasta el exceso de producción.
Según un nuevo estudio que abordó esta problemática, realizado por MITRE-Gallup, el hogar estadounidense medio desecha un kilo de comida a la semana, lo que equivale a 168 kilos al año. Se calcula que cada hogar podría ahorrar al menos 1.500 dólares al año si redujera o eliminara por completo el desperdicio de alimentos.
El principal factor que contribuye a empeorar la situación son las sobras y/o los residuos alimentarios. Según la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU., entre el 30 y el 40% de los alimentos se desperdician. ReFed, una organización dedicada a acabar con la pérdida de alimentos mediante soluciones basadas en datos, calcula que éste cuesta a los residentes 310.000 millones de dólares en total.
La motivación real detrás de los participantes a la hora de reducir el desperdicio de alimentos -que acaban en el vertedero y emiten gases de efecto invernadero- fue el hecho de ahorrar dinero. El 82% eligió ahorrar dinero, mientras que sólo el 40% optó por paliar el impacto ambiental.