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¿Están las piñas rosas cambiando nuestra percepción sobre los alimentos transgénicos?

En 2020 Pinkglow marcaría un hito con el lanzamiento de la primera piña rosa del mundo.

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La innovación científica lleva alterando y modificando la alimentación desde hace mucho tiempo, pero la aceptación real de la sociedad por los alimentos transgénicos se ha producido hace relativamente poco. La piña rosa en Estados Unidos ha sido una prueba de ello.

Si vives en EEUU, es probable que las hayas visto en los supermercados. Se tratan de piñas rosas empaquetadas que han logrado un mayor impacto en redes sociales e internet que en la propia realidad.

Esta fruta adquiere ese aspecto rosáceo por el uso de ADN de mandarinas y tabaco, con la que los científicos del gigante alimentario estadounidense Fresh Del Monte consiguieron que fuese más Instagrameable que nunca. En su caja se marca la distinción: ‘posible gracias a la bioingeniería’.

Esta piña sincronizada con la estetización de la era digital cuenta con una pulpa rosa, un sabor más dulce y más antioxidantes. De hecho, su creador Del Monte no reivindica ningún beneficio para la salud, sino que promociona la capacidad de Instagram del espécimen. ‘Es un alimento social’, dice Chris Cummings, investigador del Centro de Ingeniería Genética y Sociedad de la Universidad Estatal de Carolina del Norte.

Si la tendencia se mantiene, la piña Pinkglow podría anunciar un cambio en la actitud de los consumidores hacia los cultivos transgénicos como un sistema alimentario del futuro que implicará más bioingeniería debido asimismo a la incidencia del cambio climático en los cultivos.