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La crianza de vinos en el fondo del océano puede parecer algo utópico o surrealista, pero formaba parte de una realidad latente que esta empresa californiana llevaba a cabo de manera ilegal en las aguas del canal de Santa Bárbara.
Ante la profundidad de esta acción ilegal en materia de consumo y medio ambiente, los fiscales del condado de Santa Bárbara incautaron y destruyeron 2.000 botellas de vino implicadas en un envejecimiento submarino que ponía en peligro tanto a los clientes como a la fauna marina.
Según dichas autoridades, la empresa vinícola Ocean Fathoms depositaba cajas de vino en el fondo marino para que envejecieran durante un año, y acabar vendiéndolas por hasta 500 dólares la botella. Una inmersión acuática que empezaron a hacer en 2017 con el fin de que, durante ese tiempo, se desarrollasen ecosistemas de percebes y conchas en cada botella.
El problema fue que los propietarios de la empresa nunca recibieron los permisos adecuados de la Comisión Costera de California ni del Cuerpo de Ingenieros del Ejército de Estados Unidos, lo que lo convirtió en algo ilícito. Pero la cosa no acaba ahí: ni siquiera disponían de un permiso de venta de alcohol, comercializándolo sin licencia comercial, mientras se eximían de pagar los impuestos exigidos al Estado.
La Oficina de Control de Bebidas Alcohólicas se vio así obligada a confiscar todas esas botellas, que fueron tachadas por parte de la FDA como ‘no aptas para el consumo humano‘, destruyéndolas en una planta de tratamiento de aguas residuales de Santa Bárbara. Las botellas de cristal, adornadas con toda esa flora y fauna, acabaron muriendo en un centro de reciclaje.