Con tantos estilos de cervezas que hay en el mundo, ahora más que nunca es importante
entender de lo que estamos hablando cuando decimos que ésta o esa es una mala
cerveza. Afortunadamente, las cervezas verdaderamente “malas” son pocas, por eso
debemos de separar las que, literalmente, se elaboran de una manera incorrecta de las
que, simplemente, no nos gustan.
Es lógico que una IPA sea más interesante que una cerveza ligera porque hay más
espacio para la variación, pero normalmente las cervezas que se descartan como “malas”
simplemente es porque no alcanzan un punto de referencia subjetivo de emoción. El
problema está cuando esperas que una cerveza ligera se parezca a una negra o una IPA,
con un sabor más intenso. Aquí viene la decepción. A partir de ahí, y sabiendo la base de
la que parte cada cerveza, podremos empezar a juzgarlas.